15/12/15


Pensaba en esto de los fines de año. Creo que en los últimos diez años no he pasado dos seguidos bajo las mismas circunstancias o en los mismos lugares. No es fortuito. Recuerdo de adolescente cuando comencé a leer, imaginaba todas esas vidas de los personajes literarios, todo ese mundo por descubrir, y quería tener una multiplicidad de vidas. Creo que eso puede explicarlo (entre otras cosas, como la relación con mi familia). No pertenecer a la tradición de fin de año de una vida.

Creo que estos últimos diez años han sido así, de un peregrino, con piedra y camino. Y ahora me siento viejo, como un hombre de setenta años. Siempre he tenido esa impresión, de sentirme diez o quince años mayor. Pero ahora son más. Ahora siento que ya di la vuelta. El horizonte se me cambió y tengo que reencontrarlo. En fin de año 2014 sentí que había encontrado la tradición con la cual arraigarme y pertenecer, crear historia maravillosa cada fin de año. Debo tener la fuerza de no morir en ello si no se cumple nunca más.

Y si tengo setenta, crear nuevas aventuras literarias tipo Sandokan, correspondientes a esa edad y que me duren, que recuperen la energía. Han sido diez años muy enriquecedores, como los fines de año con mis amigos, o con mi madre o con mi abuela de ciudad de México o los caminados a pie, mirando solo el cielo de colores de los veranos latinoamericanos. Seguiré. A ver qué pasa en mi camino.


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