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Revueltas y Trotsky


http://www.mtsmexico.org/Jose-Revueltas-en-su-tiempo-controversias-sobre-Trotsky

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Diorama








Hurry up and sound the charge
The moment's arrived to reap the fruit of change
To drive out all the good old days
The variety show you still draw hope from
You white-wash all in self-control
But your eyes are giving you away

If it's reason against wine
I'll choose the wine
The gloomy smile the sweet denial
If it's mirage against no meaning
Like I think it is
I'll be a child of entertainment

I drove all night to be with you
I ask how you are, but you don't answer
Why are you so influenced?
What makes you think that you've done something wrong?
You white-wash all in self-control
But your eyes are giving you away

I'll be a deadman walking
I'll be a deadman walking
I'll be a deadman walking
I'll be a child of entertainment

Lejanía de Pizarnik


Te presentas en mis sueños. No lo puedo evitar.


LEJANÍA

Mi ser henchido de barcos blancos.
Mi ser reventado sentires.
Toda yo bajo las reminiscencias de
                                          tus ojos.
Quiero destruir la picazón de tus
                                       pestañas.
Quiero rehuir la inquietud de tus
                                          labios.
Por qué tu visión fantasmagórica re-
                       dondea las cálices de
                                     estas horas?

Alejandra Pizarnik, Un signo en tu sombra

L...

26/1/16


Muchas veces sueño con ella, a veces dormido pero también despierto. Construyo historias que no tienen final, unas graciosas y las otras reales; aunque también hay inconsciente atravesado con final en algunas de ellas. Son historias humanas, esenciales; detalles solamente, que exponencian a la vida.

Todas provienen del riquísimo tiempo que pasamos juntos, por más corto en días que haya sido. Si alguien me preguntara cuáles han sido los días más importantes y ricos de mi vida, serían esos, como sacados de este mundo, atemporales, un verdadero tiempo mágico, lleno de contrastes, fascinación y contratiempos.

Fue justamente un día como hoy y como mañana, hace un año, cuando inició y aconteció la segunda semana a su lado. Maravilla. Verla en el aeropuerto y correr para no tomar taxi. Sentarme en su cocina y sentir que ese es el centro del mundo, que todo gira alrededor de ese instante. Leer docenas de veces sus anotaciones en la pared hasta memorizarlas, mirar las fotografías, registrar cada ángulo y esquina de ese espacio que es suyo, apropiármelo con la mirada, con mi presencia, hasta convertirme en parte de él.

Infinidad de detalles que no son de nadie más, sólo de nosotros. Marcados, pegados en la memoria, simples, inigualables... Cantidad de historias que no han sido contadas, que permanecen en esos instantes, en la taza, en el piso, en la estufa, en el aire... latentes.

La pienso en esta tarde de martes, mientras el sol cae aquí en Tijuana.

24/1/16


Unos días atrás me di cuenta que estoy por cumplir los seis meses viviendo aquí. Si alguien me preguntara, siento que no los he vivido, que fue justamente ayer que llegué y que todavía no conozco nada, como si hubiera sido un mal sueño cuya duración de seis meses se pasó entre la niebla de una sala de espera, la sala de la esperanza y entrega.

Han sido seis meses de trabajar la esperanza, de ponerme en la vidriera y esperar que se daría cuenta, como cuando se deja una silla vacía pensando en que llegará esa persona, pero el tiempo pasa y lo único que llega es el polvo. Hoy me siento impotente y que nada de ello sirvió.

Pero eso no significa que esté vencido. Más bien es lo obvio, que tengo que apropiarme de este lugar, de este presente. Asumir las decisiones y hacer mío lo que viene. Estoy paralizado, pero ya lo he hecho antes; ya he vivido esto.

"Zarpar hoy, no dormir en tierra, seguir navegando...".

Ahora recuerdo lo que significó para mí esa frase de José Revueltas en su cuento Dormir en tierra. De cómo después de haber vivido hace algunos años esto que siento ahora, mi personalidad se modificó y apareció el peregrino en pleno. Zarpar solo, exiliado, navegar hacia tierras desconocidas, mundos reales e imaginarios, caminarlos, lucharlos, escribirlos; y no dormir en tierra, no asentarme, porque aquello a lo que pertenezco ya no era más.





23/1/16


Hace rato pasaron un par de nubes y mojaron toda la barranca, sólo como provocación. Es una noche fría y, ahora, silenciosa. Un par de horas se escucharon fiestas, pero al parecer ya salieron. Es en este tipo de noches que tengo un protocolo para calmar la ansiedad, que es salir a fumar un cigarro al patio mojado. Los zapatos que traigo puestos no los puedo usar afuera porque de regreso mojarían todo el piso de la casita, así que ya tengo un par de zapatos junto a la puerta para ponérmelos cuando salgo y volverlos a dejar ahí, en la entrada. Son mis zapatos más viejos, los de caminata, que usaba con la ernia en iztapalapa; todavía los tengo, ya muy demacrados y por eso sirven para salir al patio mojado a sentarme y reflexionar. Por supuesto que la extraño, pero tengo que ser fuerte, porque creo en eso. Y mis zapatos me acompañan. Cuando termino de estar afuera, regreso a la casita y los dejo en la entrada, mojados, mientras me pongo los otros con los que puedo caminar dentro sin manchar todo el piso. Es el protocolo que hago seis o siete veces en la noche.

Yo no cambio tan fácil de zapatos en la vida. Y no quiero hacerlo todavía. No sé cuándo pueda volver a intentarlo, pero por ahora no tengo ningún interés en probar algo nuevo. Todavía estoy de luto y es importante para mí.

Anoche, antes de dormir, me di un largo baño con agua caliente. Luego de semanas de que el calentador de paso diera problemas, de que había convertido la regadera en una ruleta de hervor y frío, di con la respuesta en un manual técnico en línea. Y después de programarlo varias veces y hacer ensayos de resistencia corporal a las temperaturas, alcancé en una de ellas la regulación óptima.

Sólo me quedé ahí, por largos minutos bajo la regadera, apoyado en la pared y sintiendo el agua caer, como un abrazo. Ha sido lo más reconfortante que he sentido en meses. Y después caí dormido hasta esta mañana.


Si bien por estas zonas el agua es escasa y la cortan cada quince días, es una necesidad que el estado debe garantizar, con tanto gas que se produce en México. Es a las industrias a quienes se les tiene que regular primero, el abuso en el consumo de agua y combustibles; y con mayor razón ahora que el capital extranjero viene a saquear todo aquello que sobró de los últimos cinco siglos.

4/1/16


Todo eso que he sido y seré. Lo que radica en la esencia.
Promesas cumplidas. Actos de la verdad.
Cuerpo que espera, sonrisa denota.
Y también equivocaciones.
Música espejo. Tiempo.
Caminar con el corazón en alto.




Gracias a tu cuerpo doy
Por haberme esperado
Tuve que perderme pa'
Llegar hasta tu lado

Gracias a tus brazos doy
Por haberme alcanzado
Tuve que alejarme pa'
Llegar hasta tu lado

Gracias a tus manos doy
Por haberme aguantado
Tuve que quemarme
Pa'llegar hasta tu lado

2/1/16


Hoy, mañana y después, tomar café en los fines de semana es lo mejor de las noches. Este sábado no es distinto. Acabo de ver una película, me dio risa y me entretuvo. Claro que es una simplificación absurda y una toma a la ligera, pero por lo menos dice algo.

Es una película canadiense de 2009 que se llama "The Trotsky". La idea de la reencarnación del revolucionario de los lentes redondos y creador de la teoría de la revolución permanente no es nueva. Han existido novelas en todo el mundo y hasta escritores tan reaccionarios como Kundera o Aguinis tienen sus libros donde explotan la figura de Trotsky para vender.

Esta película, por lo menos, da indicios de por dónde comenzar a conocer a Trotsky. Es en la juventud.

"This is a fascists free zone".

Les dejo el link donde la vi: http://hdmovie14.net/watch/the-trotsky-2009

Bonita noche de sábado.



Ciudad de contrastes, de umbrales invisibles y dolorosos. Estar aquí gracias a una promesa, la más pura. Contrastes de frontera. Ese espacio donde todo se pierde o se gana. Cientos de miles de promesas depositadas en este lugar, junto a la mía. Colonia La Libertad, orilla del planeta.

Desde aquí se ve ese umbral que separa el destino del mundo. A lo lejos, el Pacífico, con sus aguas oscuras que todavía no visito. Al norte, esa ciudad banal y plastificada que es San Diego; aquí, la realidad de ocho décimas partes de la humanidad. Y en medio la barrera, las autopistas, los caminos que tantos hemos recorrido a pie por la esperanza.

Vista desde La Libertad hacia el Pacífico y la frontera.

Espacio de este planeta que verifica la contradicción esencial. Primeras dos décadas de este siglo que nos ha tocado vivirlo, sentirlo, caminarlo y lucharlo. Desdén de la mayoría, este lugar, tan olvidado; pero no, aquí se engendra algo, se engendran algunos, ellos, todos.

Tarde de sábado que caminé. Y desde aquí, sentado a la orilla de los hombros de América Latina, respiro lo que es. La mayor ilusión de un adolescente hecha realidad, vivida aquí, transformada ahora, convertido en enamorado. ¿Cómo definirnos, si desde que éramos niños cargamos con todo ello? La utopía.

La que no se quiebra, la que no cede, la que no muere. Utopía. La que cambia vidas. La única que tiene sentido. La verdad.


Salí a caminar hace unas horas. Había muchas familias en las calles. El Campo Reforma estaba lleno de gente jugando al balón. Cada vez intento caminar más lento. Pasé por el Tecnológico con sus puertas cerradas. Me gusta mirar hacia dentro, los jardines, el comedor de los trabajadores y la cancha de básquetbol.

La velocidad de los pasos dice mucho. Al observar a una persona caminar se puede casi predecir a dónde se dirige. Aquí, a los vendedores de tacos en bicicleta no le llaman de canasta, sino al vapor; que van con sus gorras o sombreros a las esquinas más concurridas.

Hay música norteña que ya comienzo a identificar. No sé quiénes cantan o el nombre de las canciones, pero se escuchan cotidianamente en las calles y el ritmo es conocido. Eso es de notar, la cantidad de música que hay en las calles. Pareciera que hay una continuidad entre las actividades urbanas y la música norteña, así que cada determinado número de cuadras cambia el estado de ánimo de acuerdo a la música que se escucha.

1/1/16


Cierro los ojos y me dejo envolver por el sonido del silencio. Tantos detalles lo rodean. Tantas texturas llenas de colores y de imaginación. Noche de viernes. Preludio al descanso. Dormir como si las horas fueran eternas. Dormir para soñar. Dormir para...

Preparo la caliente bebida y salgo a ver el cielo oscuro en el patio. Mi rutina rutinaria. Es maravilloso lo poco con lo que los seres humanos podemos vivir, disfrutar, sonreír. Un café, una silla y un cielo. Eso es suficiente para alimentar nuestra imaginación y pasar una noche bonita en silencio.

Noche de viernes. Histórica. Cada letra tiene valor. Preludio al descanso.

En esta mañana el sol entró bien tarde a la barranca, apenas comienza a calentar ahora la silla donde me siento. Eso mismo se sintió durante la noche, como si el tiempo, el sonido y el espacio se recorrieran dos o tres horas, días o semanas hacia adelante, como una especie de empujón espacial. Un salto.

Me gusta la idea de salto. Hace mucho que no lo hago, saltar hacia adelante o hacia arriba. Mmm... De todas formas, el sentimiento del salto se da también en esta mañana. Creo que dormí de más, porque si bien los cohetes tronaron la mayor parte de la noche y se escuchaban dos o tres fiestas en los alrededores, caí rendido justo a la medianoche.

Nunca he sido una persona vengativa. Y no lo pienso ser ni ahora ni nunca. No veo placer o sentido en ese tipo de actos, en el sometimiento de otras personas a la voluntad de uno. En hacer pagar con lo mismo que a uno le hicieron. Se ve mucho en películas y se lee en los libros; se mira en los periódicos. Es la lucha por un falso poder. Por eso es que la historia de los pueblos originarios siempre me llamó tanto la atención. Una parte de la historia que nos llegó es que muchos de ellos eran tan pasivos que no lucharon. Eso es mentira, lo hicieron entonces y lo siguen haciendo. Pero lo que sí se ve tan presente es esa capacidad para salirse del lugar de interpretación del occidental, del que disfruta al someter.

Hay una escena en la película "La ira de dios" de Herzog. Está el grupo de conquistadores en uno de los caudales del río en la amazonia sobre la balsa que apenas pudieron construir. Llevan un caballo, totalmente inútil en esas circunstancias (pero tan sacralizado en las crónicas originales). En eso, encuentran a un hombre. Le piden al traductor que le grite para que se acerque. Sube a la balsa y le preguntan por el oro. No sabe. Luego le señalan la biblia que el cura carga consigo y le dicen que esa es la palabra de dios. Entonces el hombre acerca el libro a su oreja y, al no escuchar nada, lo tira en el piso de la balsa y lo pisa. Inmediatamente una pistola (o espada) lo asesina.