1/8/11

Mariátegui y el 1° de Mayo

¿Qué festividades anuales tienen mayores repercusiones para el ciudadano individualizado en la sociedad capitalista? Para aquel ciudadano que cree que el mundo gira alrededor suyo y de su capacidad adquisitiva.

De acuerdo a la ideología dominante, tendremos que responder las siguientes (en orden de importancia egocéntrico, máxima tradición humana para el capitalista): su cumpleaños, el cumpleaños de su madre, navidades, semana santa y año nuevo. Las dos primeras son fechas personales, mientras las restantes son sociales. Estas últimas han sido históricamente propuestas por la clase burguesa occidental en conjunto con la ideología religiosa. Por lo tanto, festejan el dominio de ellos sobre el resto del mundo. "¿Será mucho pedir a un musulmán que festeje el nacimientos del 'niñito dios'?" (se preguntarán los católicos y protestantes en todo el mundo).

Por otra parte, existen fechas que han sido impuestas por acciones sociales, por movimientos de cambio. Es el caso de las independencias, revoluciones, el nacimiento de naciones o deceso de coronas. Actualmente, conocemos que éstas han sido incorporadas al imaginario social dominante: España puede festejar la independencia de México o Perú al mismo tiempo que le denomina "encuentro" a la masacre y colonialismo que comenzó en 1492; así como agradece la intromisión trasnacional de sus telefónicas, gaseras, automotricez y el resto de su industra en América Latina. O Francia festeja las independencias africanas de la década de 1960 al tiempo que inunda los mercados africanos con baratijas manufacturadas por manos proletarias.

Pero hay una fecha en particular que se ha dado a festejar como un día abstracto, tirándole a lo subjetivo, como si "dios" lo hubiera establecido así: el 1° de Mayo. Ese día (nos dice la clase patronal), es el "Día del Trabajo". Representa el descanso de las labores del "ser humano" (más no del trabajador); ese día en que "dios también descansó".

Esa definición laxa de "trabajo" vista como cualquier actividad realizada es opuesta a la realidad bajo el sistema de producción capitalista. En primer lugar porque el 1° de Mayo se estableció como "Día del trabajador" y no del patrón o del explotador. Y en segundo lugar, porque en este día del trabajador se recuerda la lucha de clases llevada a cabo desde el siglo XVIII por la clase trabajadora en contra de (y no con) su explotador.

Así, el 1° de Mayo es otra fecha más que la clase dominante quiere expropiar de aquellos que dieron su vida por condiciones de trabajo equitativas. Y de la cual somos nosotros herederos por no perder.

Recuperar la memoria, que es el único método que tenemos para recuperar la dignidad de lucha.

A continuación se comparte un texto del gran marxista latinoamericano José Carlos Mariátegui. Es un texto escrito por el amauta en 1924 dirigido a los trabajadores peruanos en un 1° de Mayo:



El 1° de Mayo y el Frente Unico

"El 1° de Mayo es, en todo el mundo, un día de unidad del proletariado revolucionario, una fecha que reúne en un hirnenso frente único internacional a todos los trabajadores organizados. En esta fecha resuenan, unánimemente obedecidas y acatadas, las palabras de Carlos Marx: "Proletarios de todos los países, uníos". En esta fecha caen espontáneamente todas las barreras que diferencian y separan en varios grupos y varias escuelas a la vanguardia proletaria.

El 1° de Mayo no pertenece a una Internacional es la fecha de todas las Internacionales. Socialistas, comunistas y libertarios de todos los matices se confunden y se mezclan hoy en un solo ejército que marcha hacia la lucha final.

Esta fecha, en suma, es una afirnación y una instatación de que el frente único proletario es posible y es practicable y de que a su realizacion no se opone ningún interés, ninguna exigencia del presente.

A muchas meditaciones invita esta fecha internacional. Pero para los trabajadores peruanos las más actual, la más oportuna es la que concierne a la necesidad y a la posibilidad del frente único. Ultimamente se han producido algunos intentos seccionistas. Y urgee entenderse, urg concretarse para impedir que estos intentos prosperen, evitando que socaven y que minen la naciente vanguardia proletaria del Perú.

Mi actitud, desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de historia de la crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije entoces desde la tribuna de la Universidad Popular: "Somos todavía pocos para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos."

Posteriormente he repetido estas o análoga palabras. Y no me cansaré de reietesrarlas. El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que llegue la hora, inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar mucha obra común, mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruáno, conciencia de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y libertarios. Todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas. Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las falsas "instituciones representativas". Todos tenemos el deber de luchar contra los ataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemos el deber de defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria. Todos tenemos el deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena. En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea nuestra meta última.

El frente Único no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente Único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utópla. Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados porla lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar un frente único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que cada uno ocupa en la vanguardia, la variedad de tendencias y la diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos defínidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente en exconfesiones y excomuniones reciprocas. Que no alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores. Que no empleensus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden social sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.

Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico que nos une a todos los hombres de la vanguardia, a todos los fautores de la renovación. Los ejemplos que a diario nos vienen de fuera son innumerables y magníficos. El más reciente y emocionante de estos ejemplos es el de Germaine Berthon. Germaine Berthon, anarquista, disparó certeramente su revólver contra un organizador y conductor del terror blanco por vengar el asesinato del socialista Jean Jaurés. Los espíritus nobles, elevados y sinceros de la revolución, perciben y respetan, así, por encirna de toda barrera teórica, la solidaridad histórica de sus esfuerzos y de sus obras. Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y sin alas, a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e inmovilizar la vida en una fórmula rígida, el privilegio de la incomprensión y del egotismo sectarios.

El frente único proletario, por fortuna, es entre nosotros una decisión y un anhelo evidente del proletariado. Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los afirman y de los que creen."


Fuente:

Escrito: 1924.
Primera edición: El Obrero Textíl, vol. V, No. 59, Lima, mayo 1, 1924.
Fuente: José Carlos Mariátegui, La organización del proletariado, Comisión Política del Comité Central del Partido Comunista Peruano (eds.). Lima: Ediciones Bandera Roja, 1967.
Preparado para el Internet: Marxists Internet Archive, 2000.