6/12/15

Compañeras silenciosas de la historia


Noches de fin de semana, compañeras silenciosas de la historia. Tranquilas pasan entre papeles, lecturas y cocina. Rutinarias ante cualquiera que las mire. No para mí. Eterno lector de viernes a domingo. Marca de identidad adquirida por la constancia en los años de mis fieles libros. Palabras, diálogos con ellos, que sustituyen mis labios cerrados.

Fortaleza de la mente. Certeza de quien se es. Tranquilidad en el alma.

Noches de fin de semana, compañeras silenciosas. Sonrío ante el mundo allá afuera, que ríe, trabaja y vive. Gusto por la humanidad. Por los niños que juegan en la calle y que avientan a los cables de la luz sus tenis amarrados de las agujetas. Grafitis aéreos. Por las parejas que salen en las mañanas recién bañadas y vestidas a los compromisos religiosos; sus mejores prendas para visitar la casa de sus dioses. Por los ancianos que ven a sus nietos llegar a comer los domingos.

Ojos que han mirado, manos que han trabajado, corazón que ha amado y lo sigue haciendo. Senderos de mis pies. Maravillosa vida.

Noches de fines de semana para recordar. Sentir y vivir este dolor tan único como lo es. Sonreírle por su pureza, por ella.

Noches de fin de semana. Valiosas. Tranquilas. Que dan certeza.

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