18/5/11

La antropología indigenista de Darcy Ribeiro

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Una visión descolonizadora de la historia mundial es la que el antropólogo brasileiro Darcy Ribeiro legó a los pueblos. El indigenismo como suplantación de la visión eurocéntrica occidentalizada del devenir histórico, que tuvo como única alternativa epistémica al modo de producción asiático (desarrollo teórico del siglo xix que preveía relaciones de producción distintas al capitalismo) desarrollado por Marx. De esta manera, Ribeiro reconstruye la historia de la humanidad al proponer categorías antropológicas disímiles a estas dos concepciones. 

En Ribeiro la antropología no se restringue al estudio del desarrollo de la humanidad física en este planeta. Abarca, con herramientas de la sociología, de la filosofía y de la teoría marxista, la comprensión dialéctica de la historia desde una posición externa a occidente. Desde sus primeros estudios discutió con Morgan y Engels acerca del desarrollo civilizatorio, para finalizar, años después, con la monumental obra "Las Américas y la civilización", cuyo fragmento a continuación se extrae. 

También incursionó en la literatura, dejándonos un excepcional libro de nombre "Utopía Salvaje", que narra la historia de un esclavo negro brasileiro, obligado a combatir durante la Guerra del Paraguay, que se pierde en la selva amazónica para comenzar el viaje hacia la 'utopía salvaje'. Una versión antropofágica y descolonizadora de la utilización que al concepto de utopía occidente le ha dado.


Ribeiro, civilización emergente
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17/5/11

El Otro Bicentenario, el Bicentenario de los Pueblos


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El atardecer de Buenos Aires nos vio al dejar atrás Villa Luro. Tomas el tren hasta Once, el subte hizo el resto del trabajo. La Plaza del Congreso se abrió con el cielo tiñado de marino, como quien sabe que la noche será de fiesta, de la fiesta de la tierra, la celebración de los pueblos originarios. Ibamos educando, transmitiendo el otro mundo posible que su mirada sorprendida iba a descubrir.

La convocatoria (video 1) fue para esbozar una patria de otra índole, latinoamericanizada, descolonizada. Las élites argentinas celebraron ese 25 de mayo del bicentenario republicano en la 9 de julio. Mientras nosotros, creadores de tierras y poemas, nos fuimos al Congreso a narrar la otra historia de clío, la contrahistoria (video 2). A recordar y mantener la lucha de hace 500 años, porque los pueblos de todo nuestro continente se refuezan con el olor a copal y el sonido de los sicus. Ante el discurso único de occidente, ante la masacre de las conquistas bélicas y culturales. Nosotros nos alimentamos de ellos, canibalizamos sus posturas y nos abanderamos en la lucha.

Fotografías con legendarios líderes anticoloniales: Colo Colo y Caupoulican estaban ahí. Lautaro y Arbolito esgrimían sus ágiles cuerpos para degollar a los conquistadores soberbios y hojalateados, ensardinados a imagen y semejanza de la esteril cultura europea de la lata de Campbells. Tampoco faltaron las liderezas, que hombro a hombro han sangrado durante siglos a través de sus ojos y miembros, la Comandanta Ramona entre ellas.

Noche de baile y congregación. Mayo 2010.
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8/5/11

El patrón colonial de poder

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(Fragmento de ponencia acerca de la colonialidad)

El concepto colonialismo se utiliza para definir un periodo histórico que transcurre entre los siglos xvi-xix y que se le vincula explícitamente con un modo de producción pre-capitalista o mercantilista, paso previo a los procesos de acumulación propiamente capitalistas que dan comienzo a la época ‘moderna’ que llevará al actual capitalismo mundial o globalizado. Esto es cierto pero incompleto ya que es visto desde una perspectiva eurocéntrica; incompleto debido a que presupone al colonialismo como etapa anterior al capitalismo; el cual, como etapa superior de desarrollo, aparentemente de forma natural elimina las relaciones coloniales debido al libre mercado y los Estados democrático-liberales. Esta visión lineal de la historia de la modernidad plenamente eurocéntrica oculta lo que Aníbal Quijano denomina como ‘el proceso de desarrollo desigual y combinado’, que implica que para que los países colonizadores alcanzaran los grados de desarrollo necesarios para llevar a cabo sus revoluciones industriales y burguesas fue precisa la explotación de las colonias americanas en primer grado, así como las africanas y asiáticas posteriormente; es decir, que si en Europa las relaciones de producción llegaron a ser capitalistas se debió a la condición de que en el resto del mundo no lo eran. Desde esta perspectiva, Quijano profundiza el significado de la modernidad al proponer la categoría de colonialidad, la cual no es solamente una colonización sobre los territorios, recursos naturales o población sino más bien una relación basada en el poder, es decir, un patrón de poder que da comienzo al sistema mundo moderno/colonial;[1] patrón que inicia en 1492 con lo que Edmundo O´Gorman denominó la invención de América, que posteriormente llevaría a la constitución de la propia Europa como identidad y hasta el actual capitalismo moderno/colonial. 

La colonialidad es la faz oculta de la modernidad, oculta debido al patrón de poder denominado por Quijano como la colonialidad del poder, mismo que se basa en dos ejes: primero, la clasificación social a partir del concepto de ‘raza’; y segundo, la dominación económica a partir de la relación capital-salario en un mercado mundial. En el caso primero, el eje de la clasificación social a partir de la raza, se origina en los sistemas coloniales de dominación en América pero perdura al colonialismo para establecerse mundialmente al naturalizar las relaciones coloniales de dominación en la identidad dominante a partir de la dicotomía superior/inferior, primero a través de las clasificaciones fenotípicas (la piel, la raza) que generó identidades sociales históricamente nuevas: los indios, los negros, los blancos, los mestizos, etc.; luego a través de las jerarquías sociales (clases), identificando a cada raza con su rol social a través del patrón eurocéntrico de dominación, para, finalmente, sustentarse en las científicas (evolucionismo, positivismo, posmodernismo, etc.), identificando a los dominantes de acuerdo a sus aptitudes intelectuales-mercantiles o desarrollo tecnológico. De esta manera, la dicotomía eurocéntrica superior/inferior, que es propia de la etapa colonial al ser igualada al colonizador/colonizado, se convierte en un patrón de poder extensivo al capitalismo al generar antinomias burguesas (como las denominaría Lukács), como lo son: universal/particular, lo uno/lo otro y, posteriormente, desarrollado/subdesarrollado o primer mundo/tercer mundo; logrando, con esto, homogeneizar cualquier diferencia identitaria bajo el imaginario del otro, del no occidental, despojándolos de cultura e historia subjetivas para reducirlos bajo la dominación objetiva del progreso eurocéntrico.

El segundo eje, la dominación económica a partir de la relación capital-salario en el mercado mundial, es lo que Marx llamaría las relaciones de producción plenas de un sistema capitalista; es decir, el control y explotación del trabajo así como el control y explotación de la producción y distribución de las mercancías, mismo que ha sido discutido ampliamente por la teoría crítica marxista. Significa, de acuerdo con Quijano, la articulación en torno a la relación capital-trabajo asalariado del resto de formas históricas de control de trabajo, sin embargo, como se dijo anteriormente, esta relación es colonial al basarse en una diferenciación racista, la que termina por definir las relaciones de trabajo características del sistema mundo moderno/colonial.

La colonialidad del poder permite identificar, en un entramado paralelo, la construcción hegemónica de las formas de producción de conocimiento que se articularán alrededor de la intersubjetividad del capitalismo mundial. Este entramado es el eurocentrismo. 
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[1] mismas que, entendidas a la par de Wallerstein formarán al sistema mundo moderno; primer sistema mundial que relaciona a las economías mundo previamente existentes a través de una racionalidad específica (eurocéntrica) de dominación y de un sistema de acumulación del capital,
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Cuento: Dormir en tierra de José Revueltas

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https://es.scribd.com/doc/284686934/JoseRevueltas-pdf

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José Revueltas habla del Che Guevara

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Vamos al año 1961, José Revueltas se encuentra en Cuba como parte de la milicia revolucionaria. Ahí encontró a la revolución en movimiento, desarrollándose como la transformación histórica que modificó a la humanidad en el siglo xx, con sus avances y contradicciones.

Revueltas nos legó un diario de dicha experiencia, que fue publicado como folleto por la Universidad Autónoma de Puebla en 1976 y como fragmentos en diversas revistas mexicanas. La versión final la publicó Andrea Revueltas como parte del tomo II de "Las evocaciones requeridas" en la Obra Completa de Era.

Aquí presentamos un fragmento referente al Che Guevara:

"Asisto a la inauguración de las conferencias de planificación (23 de junio) que corresponde abrir al Che Guevara. Le profeso una admiración y un cariño extraordinarios. No hay ninguna fingida modestia en su forma de comparecer ante la masa que lo aplaude casi con delirio. Se diría que quiere sustraerse, que le angustia ser objeto de tal admiración. Tiene un fuego por dentro, un fuego constante y vivo, que brota a lo cálido de sus ojos, llenos de humanidad, de pasión, de una voluntad ya desde mucho tiempo atrás decidida y que no será capaz de doblegarse, firme, pertinaz, devota. Huye de las frases, de los efectos oratorios, como si tratara e abrirse paso en los cerebros con la sola herramienta de lo racional, de lo discursivo, de lo irrebatible desde el punto de vista lógico. Y, así, extrañamente, sus palabras tienen un calor inesperado, una vivacidad palpitante y comunicativa, que se adueñan del auditorio -no por simple entusiasmo, sino por ese efecto sedutor que sobre el espíritu ejercen las cosas precisas."

Debido a las notas dejadas por Revueltas en su primera experiencia en la Cuba revolucionaria (regresaría en 1968 como jurado de Casa de las Américas), notamos elementos narrativos que se distinguen por la nula "fingida modestia" de la que habla de Guevara. Revueltas nunca establece que la transición al socialismo que Cuba vive es la panacea mundial, al contrario, se adentra (con un tinte hegeliano) en el trabajo revolucionario del día a día, ese:

"Así se presentan los procesos, en la vida real y práctica, por más grandes que sean, pero son la historia, el devenir que nos trae de un lado para otro, como al azar, gratuita y tontamente, porque todos somos multitud, masa, fuerza histórica, al margen de la importancia del papel personal que desempeñemos en el proceso, grande o pequeño y también sin darnos cuenta. (Por supuesto no me refiero a la conciencia histórica y política de los hechos, sino a la fatigosamente antiheroica y minúscula vida diaria.) ¿Por qué estamos todos trabajando como locos y en muchos casos sin necesidad o con un gasto inútil de energía? Porque la historia está obrando sobre todos nosotros y el proceso no sabe discriminar lo congruente, lo racional, lo sistemático y útil, de lo incongruente, de lo ineficaz, de lo absurdo, en los casos individuales que participan dentro del impulso."

La riqueza de sus notas es contrastante con los tantos escritores y pseudo revolucionarios que visitaron Cuba en las décadas del 60 y 70; quienes, con intenciones adulatorias, negaban cualquier crítica al proceso revolucionario.

José María Arguedas, Edmundo Desnoes, Carlos Heitor Cony, Jorge Semprún y José Revueltas en Cuba (1968).

Al igual que Silvestre Revueltas se sumergió en la España republicana durante la Guerra Civil, su hermano menor dejó enseñanzas vivas de dialéctica marxista para la experiencia revolucionaria lationamericana.
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4/5/11

Murga en las calles, con todo

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Cuento boliviano, comentario previo al alba


Esta noche se comenta un cuento del autor boliviano Edmundo Paz Soldán. La mayoría de las veces la literatura da forma a los contornos de las acciones personales. 

Romeo y Julieta (1998) es un cuento que termina por aplastar al romántico literario con un dejo de insensatez. El romanticismo de otro siglo. Desea ser la superación de ese romanticismo infantil que inunda la literatura latinoamericana de las últimas tres décadas.

Olvidar las promesas idealistas, interrumpir las tareas diarias para ver la vida correr derramada por la tierra. Promesas de amores, de desarrollo, de bienestar económico, de fidelidad; cada una se derrumba cuando se menstrúa por primera vez, sin embargo, en el cuento quien termina por sangrar no es la niña sino el chico.

La menstruación masculina significa el devenir del tiempo de la mujer, la revolución de género. Ahora el hombre (el macho) adolece en su cuerpo porque no está preparado para vivir en el mundo de la realidad (del dolor y tareas físicas) que históricamente fue el mundo oprimido de la mujer: menstruar, parir, ser golpeada, recibir (o ser pasiva) en el acto sexual. Sin romanticismo el hombre (masculino) ya no tiene andamios para sostener el patriarcado. Y nos enfrentamos a todas nuestras dolencias, a la duda, como dice el chico antes de morir: "¿Me amas?".

La mujer, mientras tanto, se dirige hacia las ciencias, el conocimiento, la literatura y el arte. La chica prefiere hacer sus tareas escolares que quedarse en el drama histórico. Superación dialéctica. El "viejo" hombre es dejado atrás, escurriendo; la "vieja" mujer ni siquiera aparece en el cuento porque solamente la chica escenifica ser Julieta pero nunca lo fue, tanto así que su enamorado le confunde el nombre. Ella es sólo la máscara del romanticismo femenino, su puesta en escena. La superación de ambos aparece entre líneas, en la abstracción todavía; nada definida. Esa parte nos toca a nosotros escribirla.


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El cuento completo:

En un claro del bosque, una tarde de sol asediado por nubes estiradas y movedizas, la niña rubia de largas trenzas agarra el cuchillo con firmeza y el niño de ojos grandes y delicadas manos contiene la respiración.
    --Lo haré yo primero --dice ella, acercando el acero afilado a las venas de su muñeca derecha --. Lo haré porque te amo y por tí soy capaz de dar todo, hasta mi vida misma. Lo haremos porque no hay, ni habrá, amor que se compare al nuestro.
    El niño lagrimea, alza el brazo izquierdo.
    --No lo hagas todavía, Ale... Lo haré yo primero. Soy un hombre, debo dar el ejemplo.
    --Ese es el Gabriel que yo conocí y aprendí a amar. Toma. ¿Por qué lo harás?
    --Porque te amo como nunca creí que podía amar. Porque no hay más que yo pueda darte que mi vida misma.
    Gabriel empuña el cuchillo, lo acerca a las venas de su muñeca derecha. Vacila, las negras pupilas dilatadas. Alejandra se inclina sobre él, le da un apasionado beso en la boca.
    --Te amo mucho, no sabes cuánto.
    --Yo también te amo mucho, no sabes cuánto.
    --¿Ahora sí, mi Romeo?
    --Ahora sí, mi Julia.
    --Julieta.
    --Mi Julieta.
    Gabriel mira el cuchillo, toma aire, se seca las lágrimas, y luego hace un movimiento rápido con el brazo izquierdo y la hoja acerada encuentra las venas. La sangre comienza a manar con furia. Gabriel se sorprende, nunca había visto un líquido tan rojo. Siente el dolor, deja caer el cuchillo y se reclina en el suelo de tierra: el sol le da en los ojos. Alejandra se echa sobre él, le lame la sangre, lo besa.
    --Ah, Gabriel, cómo  te amo.
    --Ahora te toca a tí --dice él, balbuceante, sintiendo que cada vez le es más difícil respirar.
    --Sí. Ahora me toca --dice ella, incorporándose.
    --¿Me... me amas?
    --Muchísimo.
    Alejandra se da la vuelta y se dirige hacia su casa, pensando en la tarea de literatura que tiene que entregar al día siguiente. Detrás suyo, incontenible, avanza el charco rojo.

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("Romeo y Julieta", en Amores imperfectos, 1998; nueva edición: editorial Estruendomudo, Lima, Perú, 2011) 
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Se agradece a lxs piratas del alba de la blogósfera
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