2/3/09

Colonialismo y países bananeros



La imprecisa creencia de determinados sectores de la pequeña burguesía latinoamericana acerca de la naturaleza de sus países que terminan por caracterizarlos como ‘bananeros’ se funda en la ignorancia que reflejan acerca del funcionamiento de las relaciones internacionales en la etapa actual del capitalismo: el imperialismo del capital financiero. Esta creencia se funda en las premisas que el pensamiento único ha incrustado en los discursos de las burguesías locales, que se sustenta en su ingenuidad por formar parte del reparto del capital trasnacional en la actual forma de producción. Por el contrario, su posición, opuesta a su propia creencia, no es de aliados con el capital sino de fámulos: empleados administradores del capital financiero, quienes serán sustituidos irremediablemente una vez que hayan ejercido las funciones deseadas por éste.

La raíz del pensamiento que caracteriza como ‘bananeros’ a sus propias naciones surge de la ignorancia que estas pequeñas burguesías tienen sobre las condiciones objetivas de la región latinoamericana al interior del sistema de producción capitalista. Al mismo tiempo, al creerse aliados del capital financiero, los convierte en una clase reaccionaria y mediocre que, ante el terror de perder lo poco que han acumulado de riqueza, los aliena y separa de sus propios connacionales, de su propio pueblo. Como consecuencia, engendran una idea mezquinamente ‘superior’ sobre el resto de la población, lo que provoca que el capital trasnacional actúe con mayor eficacia al interior de dichos países: bajo el contrato de expoliación.

De esta manera, dicha ignorancia lo único que ocasiona es la reproducción del subdesarrollo en el imaginario colectivo, que oculta la causa objetiva de la problemática social: el desigual sistema democrático-burgués que se ha establecido en dichos países. Sin embargo, esta pequeña burguesía tan sólo representa el decadente sector social (que cada vez más se ve carenciado ante la polarización socioeconómica) tendiente a desaparecer: generalmente en una línea descendente ante la marginación por el monopolio del capital financiero.

Por lo tanto, en este artículo se explicará de qué manera es la clase pequeño burguesa de los países coloniales (aquellos que sostienen que sus países son bananeros) la que jugó y sigue jugando un papel primordial en la perpetuación del statu quo de explotación imperialista. Estos sectores personifican el papel falaz de aliados al capital imperialista, pero tan sólo cuando éste ha decidido tomarlos como tales; en contrapartida, cuando el capital trasnacional no necesita de sus servicios, el encarecimiento de dicha clase ha sido igual de profundo que en la clase proletaria.

Es concluyente, por tanto, que la denominación imprecisa de ‘bananeros’ no es congruente con la realidad, debido a que no es tan sólo consecuencia de las características endógenas de los países que se encuentran en subdesarrollo (propiciadas por la clase burguesa en alianza con el imperialismo), sino de las relaciones de producción mundial regidas por intereses monopólicos.

La imperiosa necesidad de que las clases pequeño burguesas adquieran conciencia de esta situación es imprescindible en caso de que se quiera una sociedad que supere las actuales condiciones de miseria que el capitalismo impone, es decir, una sociedad cohesionada alrededor del socialismo. Sin embargo, dicha conciencia únicamente se obtiene a través de la ampliación de los vínculos con las clases trabajadoras, obreras y campesinas de los países latinoamericanos, así como con la movilización hacia organizaciones sociales críticas que cuestionen las relaciones de producción actuales. Ulteriormente, será la radicalización en el carenciamiento que sufrirá dicha clase durante las próximas décadas lo que la forzará a acercarse a posiciones políticas comunitarias y de izquierda.


Sobre colonialismo en América Latina: el sometimiento de las clases burguesas locales

La doctrina Monroe representa la política exterior de EU hacia el continente americano. Y en su etapa imperialista está representada por Mac Kinley, Roosvelt y Lodge, así como por Taft: el ‘representante de la diplomacia del dólar’, y el representante de la misión tutelar, financiera y bíblica: Wilson.

La aplicación de la doctrina Monroe en la actualidad se da a través del pensamiento único. El pensamiento único corresponde a la ideología del neoliberalismo. Para los neoliberales la reforma económica y la política democrática son codependientes. Así, la finalidad del neoliberalismo es conseguir que los mercados sean liberados de regulaciones estatales, lo que incentiva la competencia, dando como resultado la efectividad necesaria que lleva al progreso en una sociedad plural. La globalización impone las fuerzas del mercado, en las cuales el Estado no se involucra, por el contrario: estructura su economía nacional para ser moldeada por el capitalismo trasnacional. Por tanto, estas reformas (siempre dudosas) implican desarrollo económico. En palabras de Petras: “el dolor promete prosperidad”.

El manejo con que se exponen las loas al capitalismo es ideológico. El capitalismo necesariamente implica opresión interna y externa. No entender esto es no entender el funcionamiento del mundo actual. Si no se entiende esto se llega a dos creencias (comunes entre la pequeña burguesía, con fuente en la ideología burguesa) como consecuencias del pensamiento único:

  • Pensar que el desarrollo del capitalismo lleva a la desaparición de la opresión de unos sobre otros, ya sea una clase sobre otra clase o una nación sobre otra nación.

  • Pensar que el capitalismo se puede reformar a través de la expansión de la democracia.

El incremento en la industria y la concentración de la producción en conglomerados es particular del capitalismo. Es la monopolización creciente que no se puede retroceder un paso a la libre competencia a través de la pequeña propiedad. No se puede regresar a etapas anteriores del capitalismo no monopólico. Lenin lo establece: “La enorme concentración de capitales, que nace de la competencia inter-burguesa, facilita y crea condiciones favorables para la expropiación del capital y su socialización” (p.25).

Por lo tanto, la concentración económica es un factor que reside en la esencia del capitalismo. La concentración, en su propio desarrollo, conduce directamente al monopolio: entre una decena de empresas gigantescas (a partir de ahora trusts) es fácil acordar las reglas de intercambio, a lo que al resto se les complica la competencia. Esta es la transformación de la competencia en monopolio: es un fenómeno esencial en el capitalismo moderno.

No en cada rama industrial hay trusts, esta es otra particularidad: la combinación. Significa la reunión, en un mismo trust, de distintas ramas de la industria, que representan fases sucesivas en la elaboración de materia prima o de los subsidiarios. La combinación permite una tasa de crecimiento estable, elimina el comercio y ofrece perfeccionamiento técnico; estas tres características constituyen las ganancias suplementarias multimillonarias. Asimismo, les ofrece a los trusts mayor competencia durante las crisis.

En la etapa del capital financiero (1900-1950), en las manos de los truts estaban las ocho décimas partes de toda la producción de una rama industrial determinada: sustituye el trabajo manual por el mecánico, adquieren las patentes y se conforman las filiales. Sus empleados se reducen a los meros dos puestos imprescindibles para mantener el monopolio: en primer lugar, en el ámbito económico-tecnológico, quedan los developping engineers, encargados de inventar novedosos procedimientos de producción, realizar el perfeccionamiento técnico y la competitividad; y en segundo lugar, en el ámbito político-legal, quedan los abogados y jueces, generalmente contratados por una firma con tradición conservadora que modifica, defiende y legisla leyes beneficiosas a los intereses consuetudinarios establecidos por los trusts.

La política económica de la concentración tiene un método establecido, que le ha dado resultados históricamente y permitido dominar naciones enteras sin la necesidad de la invasión militar. Los países coloniales son quienes sufrieron en el siglo xx ese tipo de colonizaje, el de los trusts. ¿Cómo es que el capital financiero toma el control de una colonia? En primer lugar, realizar un inventario de las materias primas que el país posee, lo que le permitirá conocer su objetivo, es decir, a qué apunta con su expropiación. En seguida, con su capital inicial adquiere la mayor cantidad de ellas. Una vez que se posiciona en el mercado interno, como capitalista, calcula la proporción entre mercado interno y mercado externo total de las materias primas que le interesa monopolizar, a lo que en seguida, ambos mercados, quedan en sus manos. Su tercer movimiento es monopolizar la mano de obra calificada (ingenieros, técnicos, etc.), lo que le permite establecer una pirámide salarial que será reproducida por los miembros de la punta. En seguida, se reparten las vías de comunicación; de no haberlas, se construyen y apropian con subsidios del gobierno local. Una vez asegurada la producción y distribución de las materias primas, se acuerda con los compradores internos (ya que los externos son ellos mismos) que exclusivamente comerciarán con ellos. Cuando se tiene control total de la cadena de producción es momento de derrotar a la competencia; gracias al capital invertido y a la plusvalía colonial, los trusts son capaces de disminuir los precios de sus productos de manera estrepitosa, a lo que la competencia le resulta incapaz mantenerse en el mercado, quedando con dos opciones: cerrar o ser absorbidas. Ya sin la competencia en el mercado, los trusts terminan por cerrar el círculo de la monopolización al fusionarse con los bancos locales, privatizando su crédito para tomar las responsabilidades de los ciudadanos.

Así es como las repúblicas bananeras y azucareras padecieron durante el siglo xx la intromisión económica en sus países. Y tenemos la consecuencia de mayor trascendencia: el resultado de este proceso de colonizaje lleva a que la producción sea social pero la apropiación mantiene su calidad de privada. Se arrasa, así, con la voluntad y conciencia de la población local que se sumerge en la falacia de un régimen social supuestamente de libre concurrencia. El Estado, como consecuencia, es reducido a un simple títere. Por lo tanto, a la dominación económica le sigue la dominación política, ambas van de la mano, son inseparables. Por ello es que la política democrático-burguesa y el sistema capitalista son tan llevaderos. El punto nodal del método de colonizaje bananero es el sometimiento de la clase pequeño burguesa (la clase media), que son los técnicos y profesionales especializados que gratamente se contratan por el capital para incrementar su capital personal y su propiedad privada, la “santa” propiedad privada; ante ello, los pequeños burgueses son los primeros que buscan que la producción social sea privada, debido a que la apropiación es sensiblemente mayor en ellos que en el resto de la población.

En el proceso de colonizaje, de existir cualquier resistencia por parte de la sociedad local o del gobierno, los trusts declaran un boicot ‘a la democracia’ y congelan la cadena de producción ya comprada, lo que provoca una crisis. La crisis económica es una herramienta sumamente eficiente para la dominación absoluta de la economía de estas naciones ya que, ante la incapacidad del consumo, la crisis aterra a las clases burguesas que buscan en los capitales extranjeros la supuesta salvación que prometen, al tiempo que son ciegas a la manipulación que son víctimas. Cada vez que una nación centroamericana encontró una brecha que le permita eludir este sistema de explotación, se la ha convertido en la zona más retrógrada del continente, los EU se apresuraron a restablecer la ‘paz’ y el ‘orden’, restituyendo privilegios a sus empresas y a las oligarquías locales.

El capitalista afirma que los trusts eliminan las crisis, fábula impulsada por los medios de comunicación; el pequeño burgués cree que el capitalista puede paliar la crisis, no importa si es nacional o extranjero. El pequeño burgués cree en el capitalista porque es lo que desea ser: tener la capacidad de aumentar sus propiedades, sus mercancías; sin embargo, en el capitalismo no hay movilidad de clases, por lo tanto, el pequeño burgués está sometido a una vida de deseo sin lograr su cometido, trabajando para el capital deseando/aparentando ser capitalista.

Las crisis se resuelven cuando el pequeño burgués entrega a la clase obrera y campesina al capitalista a través de represiones, torturas y muertes; por lo tanto, el pequeño burgués actúa en contradicción con sus tareas históricas, al ser incapaz de llevar las mejoras sociales a la mayoría. Por el contrario, una vez amenizada la crisis, el sostenimiento del monopolio empeora la anarquía del capitalismo en su conjunto: aumenta la desproporción entre el desarrollo agrícola e industrial; por ende, el aumento del capital financiero vuelve a caer en los mismos bolsos. Tan sólo se da un cambio: el pequeño burgués entregó una porción de sus derechos civiles y los de los proletarios al capitalista al darse durante las crisis préstamos del mismo capital financiero a naciones colonizadas. La deuda externa es el gravamen colonial más característico del capitalismo moderno. Por lo tanto, las crisis vuelven, y vuelven las proporciones enormes hacia la concentración y el monopolio.

Desde hace más de 150 años, el mercado mundial ya no es de competencia entre grandes y chicos, sino que se ha convertido en la estrangulación de los que no se someten al monopolio. Además, siempre está la amenaza de la represión estatal y militar: los perros guardianes o gorilas del capital trasnacional. Cuando la pequeña burguesía (clase media) se da cuenta de que ha hipotecado todos sus recursos, busca regresar al estadio anterior, “libre, pacífica y honrada”, democrática, cuando eso ya no es posible, dice Lenin. No es posible dar un paso atrás en el capitalismo, pero sí adelante en su contradicción: el socialismo.


Opresión imperialista que transforma naciones libres en bananeras

Los imperialismos francés e inglés impusieron su dominio mediante las concesiones de emprésito: construcciones de ferrocarriles, puertos y servicios telegráficos. Por su parte, EU se autonombró el encargado de mantener a raya al continente entero; es decir, el mantenimiento del orden, de la defensa de las vidas y los bienes de sus ciudadanos, con una justificación como esa impusieron un régimen de tutela a toda la América Central.

En 1899 se establece la United Fruit Company (UFCO) después de la fusión de Boston Fruit y grupo Keith, la que se apropió de 35% de las tierras cultivables, todas para el cultivo de bananas y ananá, lo que le permitió dominar el mercado mundial. Su hermanastra en el azúcar era la American Sugar Refining Co., fundada en 1890.

De acuerdo al método de de colonizaje, pasa de la compra a productores locales al control de la producción, transporte y comercialización de todo el mercado. Establece una economía de plantación al tiempo que implantaban el monopolio de los servicios de luz eléctrica, correos, telégrafos, teléfonos y el monopolio de la política. La UFCO deglutió a sus competidores en la producción y venta de bananas, se transformó en la principal latifundista de Centroamérica, y sus filiales acapararon el transporte ferroviario y marítimo; se hizo dueña de los puertos, y dispuso de aduana y policía propias. El dólar se convirtió, de hecho, en la moneda nacional centroamericana, dice Ribeiro.

Los países bananeros son países con desarrollo desigual y combinado, se instaura el monocultivo y el capitalismo es de enclave. A la población se le obliga a mantener relaciones de producción precapitalistas, tipo plantaciones coloniales. La deuda externa crece, tanto por indemnizaciones de guerra como por la implementación del ‘progreso’ en los países: medios de comunicación, industria, puertos, etc. (subvencionados por los Estados y en manos extranjeras, aún así pagados en deudas externas). “Se montó una maquinaria de intervención que confiere a las embajadas yanquis el poder de legislar, elegir presidente y parlamentos, designar y derrocar dictadores, enriquecer, ennoblecer, exiliar, encarcelar y asesinar a cualquier ciudadano”.

En Costa Rica todos los ferrocarriles y muelles eran bajo el control de la UFCO, que tenía dos tercios del comercio bananero mundial en 1932. En Honduras contaba con el 89% del total de exportaciones, además de 17,000 kilómetros cuadrados de tierras, 100 buques con tecnología, 3,000 kilómetros de ferrocarril, así como radios, hospitales, fábricas. Todo ello significado por el poder político internacional: la ONU. Sunkel dice que para 1970 la estructura económica del mundo era dominada por 187 empresas con 100,000 subsidiarias (Viñas, 67).

No es lo mismo la opresión política que un estado poderoso ejerce sobre un pueblo o nación más débil, y la dominación económica que ejercen los monopolios al penetrar un país que conserva su independencia política” (p.10) dice Viñas. De esta manera, las 'banana republics' vieron entrar los monopolios económicos para después ser dominados en el ámbito político. Sus empresas agrícolas contaron con toda la libertad de acción y de movimiento que en otras partes del globo han pretendido obtener como condición indispensable para la promoción de progreso.

Es en nombre del progreso con que las naciones latinaoamericanas son invadidas. El desarrollo industrial operado por el establecimiento de fábricas por parte de los grandes monopolios, no sólo permitía anular los efectos de las barreras aduaneras, sino también invertir el signo del proteccionismo, poniéndolo al servicios de las grandes empresas extranjeras. Frente a la falta de control del movimiento de capitales y ganancias, este mecanismo transforma hasta al mismo progreso natural de la nación en un simple agregado de eficiencia al drenaje expoliatorio. Bajo las premisas del desarrollo capitalista y la modernización del mercado, los monopolios imperialistas penetran las naciones independientes para establecer, en palabras de Ribeiro, un:

Reino cabal de la moneda estable, de la libertad de comercio, del libre cambio, de la iniciativa privada e incluso de la integración económica regional, concretada en el Mercado Común Centroamericano, institución pionera en América Latina. Se hallan presentes en ellas por lo tanto, todos los elementos que la ideología norteamericana conceptúa necesarios para suscitar un alto ritmo de progreso, así como todos los fundamentos políticos e institucionales que permitirían desarrollar democracias perfectas.

Así es, las democracias perfectas que para la ideología estadunidense representaron las cruentas dictaduras en Centroamérica y El Caribe, responden a los lineamientos del desarrollo capitalista y la libertad del mercado. Ante ello, mismo Ribeiro se pregunta: “¿será que aquella conjunción de opresión, ignorancia, oscurantismo y miseria, es el producto natural y necesario de la libre unión de las economías latinoamericanas con las empresas yanquis?

La negociación política se da al interior de la cúpula local gobernante. A cambio de regarlar los recursos naturales a los monopolios, el gobierno de EU (a través de sus diplomáticos de cuello blanco, embajadores y representantes de la CIA) imprime moneda en precio dólar, le otorga al oligopolio en el poder la capacidad de manipulación del resto de los recursos de segunda mano y el comercio interno así como la patronal de la industria restante. Por otro lado, es a la pequeña burguesía a la que termina por incorporar en sus filas burocráticas y de representatividad democrático-burguesa, la cual interioriza las demandas del capital transnacional y del panamericanismo: el mercado común o actual TLC. Ribeiro no lo olvida: “Aún hoy subsiste una vívida aspiración federalista centroamericana. No obstante, la misma sigue siendo inalcanzable a causa de la oposición de los intereses extranjeros, en especial norteamericanos e ingleses, que sacan provecho de la actual división en pequeñas repúblicas”. Es la intención federalista la que representa a la pequeña burguesía dicidente; la que, al ver que la situación económico-social va en decadencia, busca regresar al estadio anterior de desarrollo, es decir, como Lenin lo determina: al libre cambio democrático y honesto. Sin embargo, como Lenin también lo demuestra, el capitalismo no da pasos en retroceso: la polarización del capital siempre aumenta, la repartición mayormente equitativa de la riqueza no es una cualidad del sistema en que vivimos.

De este modo se aprecia cómo una economía nacional periférica puede ser a un tiempo altamente lucrativa para los inversores extranjeros y sus asociados locales y visiblemente desequilibrada, expoliatoria y deficitaria para su propia población. Y que la penuria popular y el atraso nacional, como condiciones necesarias del despojo oligárquico e imperialista, son altamente rendidoras. Esta situación, aparentemente falta de viabilidad si se considera la pequeña cuantía numérica de la clase privilegiada frente a la amplitud masiva de los explotados, se estableció y se mantiene mediante la imposición al país y a su pueblo de un orden social que lo constriñe en una camisa de fuerza, permitiéndole sólo crecer deformado y monstruoso, a costa de sacrificios mucho mayores de los que producen la propia penuria y el atraso.


Intereses EU actúan de maneras distintas en contextos diferentes: el actuar de las burguesías locales es convergente, de sometimiento

Las técnicas de dominio con las que el imperialismo cuenta son vastas. Las tácticas de resistencia y guerrilla con las que cuentan las comunidades en rebeldía son, asimismo, numerosas (sobre ellas nos referiremos en otro escrito). Por ahora concentrémonos en las primeras, las cuales son determinadas por el contexto social, nacional e histórico en el siglo xx. En algunos casos a la dominación política le sigue la económica, en otros es a la inversa; nunca separadas pero tampoco homólogas. En las naciones donde la capacidad de respuesta de las masas con conciencia de clase es mayor, la dominación política apuntala a la económica. Así, países como México o Bolivia, sufrieron la imposición de regímenes burócrata-partidistas con mucho poder, que concentraban las decisiones económicas. Por el contrario, en países donde el analfabetismo y las estructuras precapialistas de producción predominaban, la imposición económica se hizo directamente análoga a la imposición de regímenes militares-totalitarios. Son los casos de Jorge Ubico en Guatemala, Anastasio Somoza en Nicaragua, ambos en la década del 30, y más tarde serían Trujillo en República Dominicana, Batista en Cuba, Pérez Jiménez en Venezuela y Duvalier en Haití, estos últimos a finales de la década del 40.

La herramienta más favorable para estructurar el imperialismo en las naciones nombradas fue la cooptación de las burguesías locales, a lo que le seguía el favorecimiento a los trabajadores organizados en las instituciones públicas burocráticas. La alianza con las burguesías terratenientes y con los regímenes autoritarios fue el método que dio mayor resultado para el control de las sociedades caribeñas y centroamericanas. Por otro lado, la alianza con las burguesías industriales y las clases burócratas, fue el método que mejor sirvió al imperialismo para dominar a naciones con mayor población y desarrollo industrial en América Latina. En ambos casos, las burguesías aliadas dieron entrada libre a los mercados y regulaciones liberales para la inversión, los inversores norteamericanos se dedicaron a extraer beneficios en minas y plantaciones, al mismo tiempo que la violencia, la represión y la violación de los derechos humanos fueron herramientas cotidianas y permanentes.

En ciertas circunstancias el imperialismo demuestra rigidez y autoritarismo, por no decir brutalidad, como es el caso de República Dominicana en 1937, cuando 40,000 haitianos fueron degollados a machetazos por el ejército de Trujillo, en tres días. O en Colombia en 1928, que la United Fruit se había hecho dueña del mayor latifundio del país cuando estalló una gran huelga a la costa atlántica. Los obreros bananeros fueron aniquilados a balazos, frente a una estación de ferrocarril. Un decreto oficial había sido dictado: «Los hombres de fuerza pública quedan facultados para castigar por las armas... » y después no hubo necesidad de dictar ningún decreto para borrar la matanza de la memoria oficial del país. O de Guatemala en 1933, cuando Ubico reimplantó las leyes contra . Cada indio debía llevar una libreta donde constaban sus días de trabajo; si no se consideraban suficientes, pagaba la deuda en la cárcel o arqueando la espalda sobre la tierra, gratuitamente, durante medio año; obreros que trabajan hundidos hasta las rodillas en el barro cobraban treinta centavos por día. Tan sólo queda el relato de Galeano:

La aldea Cajón del Río quedó sin hombres, y a los de la aldea Tituque les revolvieron las tripas a cuchillo y a los de Piedra Parada los desollaron vivos y quemaron vivos a los de Agua Blanca de Ipala, previamente baleados en las piernas; en el centro de la plaza de San Jorge clavaron en una pica la cabeza de un campesino rebelde. En Cerro Gordo, llenaron de alfileres las pupilas de Jaime Velásquez, el cuerpo de Ricardo Miranda fue encontrado con treinta y ocho perforaciones y la cabeza de Haroldo Silva, sin el cuerpo de Haroldo Silva, la borde de la carretera a San Salvador; en Los Mixcos cortaron la lengua de Ernesto Chinchilla; en la fuente del Ojo de Agua, los hermanos Oliva Aldana fueron cosidos a tiros con las manos atadas a la espalda y los ojos vendados; el cráneo de José Guzmán se convirtió en un rompecabezas de piezas minúsculas arrojadas al camino; de los pozos de San Lucas Sacatepequez emergían muertos en vez de agua; los hombres amanecían sin manos ni pies en la finca Miraflores.

Las tierras quedaban tan exhaustas como los trabajadores: a las tierras les robaban el humus y a los trabajadores los pulmones, pero siempre había nuevas tierras para explotar y más trabajadores para exterminar. Los dictadores, próceres de opereta, velaban por el bienestar de la United Fruti con le cuchillo entre los dientes.

En otras circunstancias, el actuar del imperialismo es más sutil, como es en Bolivia a mitad del siglo xx, donde los intereses económicos de EU se alían con los miembros de la clase media nacionalista para aprobar una reforma agraria que expropiaba las tierras de latifundistas bolivianos. Por razones obvias, el control sobre las minas, en manos estadunidenses y que constituye el recurso más rico de la nación boliviana, no fue tocado. De esta manera, al establecer una alianza con los sectores progresistas de la burguesía local (menos democráticos pero dueños de la administración del Estado), los intereses de EU previnieron que éstos se aliaran con las clases obreras, lo que hubiera implicado un cambio más profundo, con mejoras sociales y nacionales, en Bolivia. Como consecuencia, la burguesía terminó por reprimir a las clases obreras mientras que los grandes capitalistas nacionales no fueron tocados, situación que permitió que EU mantuviera el control de dicha nación.

Es concluyente que, ya sea bajo circunstancias de cruel represión como las nombradas dictaduras en El Caribe o en circunstancia de mayor negociación como el caso de Bolivia, en cualquiera de estas el actuar de las clases medias es mediocre. La pequeña burguesía de estas tierras nacieron como simples instrumentos del capitalismo internacional, prósperas piezas del engranaje mundial que sangraba a las colonias y a las semicolonias. Los burgueses de mostrador, usureros y comerciantes, que acapararon el poder político, no tuvieron el menor interés en impulsar el ascenso de las manufacturas locales, muertas en el huerto cuando el libre cambio abrió las puertas a la avalancha de las mercancías británicas.

El actuar de las burguesías es ambivalente: se atiene a las reglas del más poderoso por miedo a perder lo poco que ha conseguido pero apela a las clases trabajadoras para obtener el poder. Por tanto, su actuar es análogo al jugado por la iglesia católica a lo largo de la historia. Así es como los empresarios niegan cualquier reforma agraria, al considerar que para el desarrollo de la industria, todas las clases productoras deben cohesionarse (monopolizarse) para fortalecer a occidente. Son ellos una clase dominante que está a su vez dominada. ¿Qué se puede esperar de ellos en la actualidad? Ribeiro la retrata agudamente:


En sí, la pequeña burguesía se siente tan integrada al sistema que hasta pretende ser considerada generosa, altruista y civilizadora; se enorgullece de dar a sus dependientes un tratamiento matizado de autoridad y protección, de haber dignificado las relaciones de trabajo con los servidores que le manifiestan más elocuentemente su fidelidad mediante el paternalismo y el compadrazgo, e incluso de ejercer con exceso los superiores deberes de la caridad cristiana.

A continuación se abordarán dos ejemplos en particular, Guatemala y Puerto Rico, en donde queda demostrado el planteo de este escrito.


La Guatemala de Arbenz

En 1951, el régimen democrático de Jacobo Arbenz legisla la expropiación de tierras de la United Fruit Company. Asimismo, acompañada a la expropiación se anuncia que legalmente los trabajadores podrán organizarse en sindicatos ya que, durante las últimas cuatro décadas la organización obrera y campesina había sido perseguida y reprimida por las legislaciones acordes a la UFCO. Sin perder tiempo, los propietarios de la UFCO (quienes al mismo tiempo eran miembros directivos de la ONU) apelan al gobierno de EU a intervenir. Éste, sin dudarlo, organizó el golpe de Estado, derrocando (tres años después) al gobierno con la colaboración de la CIA, de la oligarquía militar local y ante la apatía de la pequeña burguesía guatemalteca. Desde entonces, Guatemala mantuvo su estatuto de enclavo colonial hasta que a finales del siglo xx el sistema democrático comenzó a dar pasos autónomos, mas no los suficientes.

Tuvimos que deshacernos de un gobierno comunista que había asumido el poder”, diría nueve años más tarde, Dwight Eisenhower, presidente norteamericano que aprobó la invasión a Guatemala. El comienzo de la intervención norteamericana en Guatemala no es con el intento de Arbenz por recuperar su producción agrícola para invertirla en territorio guatemalteco, sin embargo, aquello soltó la ira de los intereses yanquis, que denominaron al país como “tentado por la influencia comunista”, justificando ideológicamente su invasión y genocidio. El mismo Winton Churchill, quien ante la opinión pública mundial y la historia es considerado como un político de paz, impulsó la invasión con la intención de incrementar los activos de la UFCO, quien representaba a EU en Guatemala; de esta manera, sale a relucir de nuevo el doble discurso al que el capitalismo obliga a los gobernantes. Incapaces, éstos, de mantener las ganancias multimillonarias de explotación colonial durante la segunda posguerra, les es inconcebible que en sus países colonizados se permitan actos de soberanía.

Todo comienza, de acuerdo con Gregorio Selser, en 1944, cuando la revolución guatemalteca renueva a la nación, convirtiéndola en un pueblo soberano que repudió los autoritarismos y fraudes, increpó al colonialismo, apeló a la cooperación internacional hacia los pueblos sojuzgados y reivindicó la soberanía de las naciones de América Latina. Buscó hermanarse con los grupos independentistas de Belice “territorio patrio vergonzosamente entregado a Gran Bretaña por la burguesía del pasado”. Así como defendió la autodeterminación de los pueblos.

Es en 1945, en la ciudad de México, cuando el delegado enviado, Muñoz Meany, apela a las naciones de América Latina a que no reconocieran a las naciones imperialistas del continente, “opresores antidemocráticos que sacrifican la libertad de los pueblos”. El mismo año Guatemala rompería con Franco en España y con los dictadores que se habían establecido en América Latina con apoyo de EU: Nicaragua, República Dominicana, Bolivia, Perú y Venezuela. Para 1948, en la IX Conferencia Internacional Americana, en Colombia, Guatemala demandó por las Islas Malvinas, Puerto Rico y, una vez más, por Belice. Reafirmando su actitud descolonizadora. En 1953, el presidente Arbenz declaró que se preparaba una intervención armada extranjera a Guatemala. Durante los siguientes días, el discurso internacional se enfocaría en desprestigiar el gobierno de Arbenz.

La búsqueda de trabajo digno para los trabajadores de la UFCO desataría el coraje de los propietarios del New York Daily News, en particular de Richard C. Patterson, quien inundaría sus medios acerca del ‘terror comunista’ que se desarrollaba en Guatemala, mismo que ‘atentaba a la seguridad nacional’ además de que era llevado a cabo por ‘déspotas locales’. Patterson era el mismo que se encargó de desprestigiar el gobierno de Cárdenas durante la expropiación petrolera mexicana, unos años antes.

La doctrina Monroe en la década de los 50 fue retomada por Spruille Bramen, jefe de relaciones públicas de la UFCO, quien era un moralista burgués que apelaba a la influencia comunista como si fuera 'el mal', mientras los intereses de su empresa eran, por supuesto, los que permitirían sanar las situaciones Latinoamericanas. Para él, EU poseía el derecho divino (manifiesto) de:

  1. EU practica injerencia sobre otros Estados, siendo esto positivo para la humanidad;

  2. esa situación le otorga tutoría sobre “todos los pueblos de la tierra a efecto de determinar cuáles gobiernos son convenientes y cuáles perjudiciales”;

  3. para los convenientes, EU debe intervenir en sus elecciones para asegurar su influencia;

  4. de no ser esto posible, se convierte en un imperativo moral la intervención militar;

  5. la decisión para la intervención queda a voluntad del Estado de EU.


Posteriormente se notará que el 'Estado de EU' no es un uno inseparable, por el contrario, la voluntad del Estado puede adquirir muchos rostros, el capital lo movilizará para actuar inclusiva encontra de sus intereses tácticos.

Ante esto, el gobierno de Arbenz rechazó todas las amenazas extranjeras al tiempo que Guatemala se retiró de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), que era controlado por la UFCO.

En 1952 se realiza en Guatemala la reforma agraria, quitándole a la UFCO 161 880 hectáreas sin cultivar; en 1953 se le expropian 88 868 461 hectáreas más, siendo pagadas en quetzales. En menos de un mes Washington demandaba al gobierno de Arbenz dicha expropiación, quien replicó que cada hectárea había sido pagada a la UFCO en lo doble de lo que había sido adquirida; regulación establecida en la ley agraria general, por lo que era igual para todos.

En realidad la expropiación de esas tierras no era nada para la UFCO, ya que las tenía incultivados y poseía millones de hectáreas en todo Centroamérica. Sin embargo, Selser establece que “la expropiación era imperdonable. No porque su economía sufriera mayor cosa por la pérdida de tierras ociosas, que no le producían ni un racimo de bananas, sino porque ese acto de justicia socio-económica de Guatemala no debía prevalecer: constituiría un precedente fatal que se extendería a otras áreas de su vasto Imperio del Banano en Honduras, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Colombia, Cuba, Haití, Jamaica y Nicaragua

Arbenz tenía adhesión popular y por eso la pequeña burguesía local no podía derrocarlo. Eisenhower llega al poder y su administración modifica la diplomacia con América Latina: “ya no se tratará del pueblo de Guatemala contra la Fruit, la cuestión se convertirá en el caso del comunismo contra el derecho de propiedad, la vida y la seguridad del Hemisferio Occidental”. Los intelectuales en Guatemala vieron la amenaza del gobierno norteamericano a su país como una amenaza de pleno corte imperialista que buscaba sesgar un movimiento histórico que respondía a la realidad global de Latinoamérica. La amenaza norteamericana se planteaba absolutamente alejada de determinaciones democráticas o de libertad de mercado; es decir, la vieron desde el materialismo histórico: “La Revolución Mexicana fue el primer estallido de esta situación. Si hubiese tenido lugar hoy, muchos hubieran acusado a Moscú de instigarla”.

En 1953, en la X Conferencia Internacional Americana, se votó por la política anticomunista de EU en el continente. Fueron 19 votos a favor de las intervenciones gringas en el resto de países americanos por 1 en contra, el de Guatemala. México, en esa ocasión, balbuceó: “Nos parece… difícil emitir cualquier juicio razonable sobre la intervención de una ideología o de una organización política internacional, o de ambas cosas, en las Repúblicas americanas”. Sin embargo, en 1954, cambiando su posición, el canciller mexicano establecería: “México no podrá acompañar con su voto afirmativo la ponencia de los EU porque la forma en que está redactada podría dar lugar a que cualquiera de nuestros países pudiera quedar sujeto a intervenciones…”. Por lo tanto, México y Argentina, fueron los que se abstuvieron de votar la política del buen vecino panamericana, mientras Guatemala mantuvo su postura en contra. Isidro Fabela después diría: EU “no iba a negociar, iba a imponer su voluntad con rigidez absoluta”. Así, el continente entero quedó bajo el signo de los ‘Estados americanos’, representantes de los intereses político-económicos de EU hasta el final de la guerra fría.

Meses antes de la intervención de EU en Guatemala, el entonces embajador del país centroamericano en el país del norte, Guillermo Toriello, se entrevistó con el presidente Eisenhower. En dicha entrevista, Toriello después diría que el presidente no tenía conocimiento de la situación en Guatemala, “lo único que sabía era ‘el peligro comunista para el Continente’, la ‘amenaza roja’ que constituía Guatemala. Se sorprendió muchísimo cuando le descubrí el panorama de subyugación económica a que nos tenían los monopolios extranjeros… el Presidente no sabía nada de la ‘Operación Guatemala’ en que participaba su propio Departamento de Estado y su embajador en mi país”. ¿Cómo interpretar esa afirmación? O demuestra un gran cinismo por parte del jefe de Estado yanqui y la inocencia del embajador guatemalteco, o es que la verdadera burocratización que el capital ha impuesto alcanza también las altas esferas de los gobiernos imperialistas. De cualquier manera, la influencia del capital en el gobierno y la intervención militar apoyada por EU de Guatemala fueron llevadas a cabo: ya no importa la decisión en manos de quién esté, el capital necesita de ese mercado para su funcionamiento y las condiciones políticas son impuestas para que la economía se expanda en sus métodos colonialistas.

Es entonces que Washington pide apoyo de Inglaterra y Suecia para realizar un bloqueo marítimo a Guatemala; asimismo, utiliza el espionaje de las dictaduras de Nicaragua y Honduras para eliminar la posibilidad de que el gobierno guatemalteco obtuviera municiones en el mercado internacional, en especial de Alemania y Polonia. El paso siguiente es el ferreo armanentismo de Honduras, a cuyo ejército EU prepara para la invasión y el golpe de Estado, lidereada por militares reaccionarios guatemaltecos. Por último, utiliza a Bolivia como base aérea, al contar con el apoyo del sector dominante de la burguesía boliviana que se encontraba en alianza con las fuerzas represivas del ejército de dicho país.

El juego ideológico imperialista comienza a funcionar. Las autoridades panameñas (controladas por el capital yanqui) afirman que en el Canal de Panamá pasaron armas hacia Guatemala y sus ‘comunistas’. Los medios de comunicación norteamericanos enfrentan a Guatemala con Honduras, al divulgar que la primera invadiría a la segunda, lo que le permite a EU continuar armando a Honduras. En el lado contrario, las confederaciones campesinas guatemaltecas realizan asambleas acerca de la posible invasión, con la intención de organizarse en la resistencia patriótica; sin embargo, los medios de comunicación internacionales las califican como amenaza de la democracia y libertad americanas.

Honduras rechaza un pacto propuesto por Guatemala para unir posiciones y enfrentar al imperialismo. Posteriormente, Guatemala propone una reunión continental para entrar en diálogo, la cual sería rechazada inmediatamente por el gobierno norteamericano quien, con Eisenhower a la cabreza, aumenta los discursos acerca del ‘terror comunista’ en Guatemala. La marina norteamericana navega las orillas guatemaltecas, y es así como comienza la movilización del ejército hondureño hacia la frontera con su vecino del norte. Dinamarca e Inglaterra fortalecen el bloqueo a Guatemala.

En junio 1954 Honduras comienza el bombardeo contra Guatemala bajo la justificación estadunidense de que las armas comunistas seguían llegando al país centroamericano. La invasión es dirigida por un coronel guatemalteco formado por la CIA: Castillo Armas. Al comandar un guatemalteco las fuerzas hondureñas, EU se desliga públicamente de la injerencia en la invasión; sin embargo, la aviación, el soporte marítimo y la inteligencia central son todos norteamericanos.

La resistencia guatemalteca fue dada por estudiantes y obreros, quienes apoyaron al gobierno del presidente Arbenz, mientras a los guatemaltecos que radicaban en Honduras se les perseguía como criminales. Guatemala denunció la invasión ante la ONU mientras los norteamericanos la negaron. El consejo de seguridad de la ONU era presidido por uno de los mayores accionistas de la UFCO: Henry Cabot Lodge.

A finales de junio de 1954, Arbenz es derrotado por la traición del ejército profesional que termina por unirse a las burguesías locales y al capital de la UFCO. Quienes apoyaron al gobierno de Arbenz fue el pueblo: trabajadores, estudiantes, campesinos; fueron derrotados fácilmente dado su precario armamento y escasa preparación militar, tirando abajo la hipótesis de la influencia de la URSS en territorio guatemalteco.

El nuevo gobierno de Castillo Armas firma inmediatamente un acuerdo con EU. Así es como un gobierno que realiza una reforma agraria es tergiversada su finalidad y se realiza una doble sustitución: se sustituye primero el significado de la reforma agraria por términos comunistas, y en un plano más amplio se sustituyen en términos morales las dinámicas comunistas como dinámicas fascistas o de totalitarismo. Esta doble sustitución se basa en una doble falsa antinomia: capitalismo-comunismo; democracia-totalitarismo; propiedad privada-reforma agraria; libertades individuales-dictadura partidista. Esta doble sustitución apela a la mentalidad mediocre de las clases burguesas: al miedo que la pequeña burguesía tiene por perder lo poco que tiene, poniendo en un nivel moral superior las libertades individuales (de la propiedad privada) por encima de las libertades colectivas (de todos, plurales y equitativas). Esto lo dice Lenin: el intercambio se socializa pero los medios de producción siguen siendo privados. Esta manipulación ideológica justifica la intervención militar en otro país para restituir los intereses de la UFCO. Es la política oficial de los EU ante el mundo; política que únicamente se somete a un jefe: el capital financiero.


El Puerto Rico de los siglos xx y xxi

La anexión de Puerto Rico a los yanquis se da en 1898. El debate que en esos días colmaba a la opinión pública norteamericana no era la política imperialista que sus gobernantes llevaban a cabo, ni siquiera los 'derechos universales' que proclama su constitución blanca, protestante y anglosajona y que eran pisoteados en Puerto Rico ante los ojos del mundo entero; no, el debate que en norteamérica se llevaba a cabo era sobre la 'amenaza racial' que representaba que los puertorriqueños pudieran nombrarse norteamericanos. Este debate es análogo al que se lleva a cabo en pleno siglo xxi en relación con los migrantes latinos en norteamérica: los intelectuales progresistas como el recién fallecido Samuel Huntington, junto con todo el séquito de puritanos y angloracistas del norte, no dejan de mirar hacia abajo y ver como 'bestias' a los latinoamericanos que trabajan en condiciones esclavas en las industrias y servicios de su país.

El debate que da inicio a la incorporación de Puerto Rico como estado asociado a los EU finalmente terminó por trasladarse a la burguesía de la misma colonia. El debate racial es una herencia imperialista que en la actualidad se encuentra ya internalizada por la población de la isla del Caribe (situación no muy diferente en las pequeñas burguesías de los países continentales latinoamericanos). El prejuicio antiafricano que late en la hispanofilia, posterior prejuicio convertido en los valores estadunidenses, es el racismo que engendra el desarrollo capitalista. Es así que a partir del darwinismo social no se le permite a los pueblos latinoamericanos ser capaces de gobernar sus naciones de manera entendida como ‘moderna’ (anglosajona) y, es ante esta situación, que para las mentes yanquis las razas ‘superiores’ deben tutelarlos.

En el inicio del siglo xx se fomenta un escenario para la penetración económica de los intereses de las corporaciones norteamericanas en Puerto Rico. Se impone la escala arancelaria de la metrópoli, lo que devaluó 40% su moneda y redujo el valor de las tierras y poder adquisitivo de sus pobladores. Los truts las adquieren a centavos. En 1899, el 93% de las tierras cultivables estaban en manos de puertorriqueños, de lo cual 15% para el azúcar; para 1930, el país se había transformado: el 60% de las tierras en manos de cuatro corporaciones extranjeras, y el 44% para la azúcar. Asimismo, todo el comercio marítimo, más de la mitad de los bancos y el 80% del tabaco eran ya propiedad de EU. Se convierte una nación de monocultivo, que equilibra las necesidades del imperio para competir en el mercado internacional con el resto de naciones imperiales.

La ideología determinista hace mella sobre la población, al instalarse el fatalismo racial. La burguesía local se convierte en el intermediario; al ser incapaces, mediocres, de transformar la nación, buscan asemejarse al imperialista y distanciarse de su tarea histórica: emparentarse con la emancipación del proletariado. La depresión de 1929 acrecienta la relación de colonizaje. Éstas dejan de ser de monocultivo o ‘bananeras’ en el nombre, para convertirse en ‘industrializadas’. Y en menos de 15 años se formula la “poeración manos a la obra”, es decir, la industralización que EU hará en Puerto Rico.

Para la misma década, en Honduras, en 1930, se fusiona la Cuyamel Fruit Company con la UFCO. La UFCO, ya con el control de todo el mercado, reduce los salarios y despide masivamente. Se organizan huelgas, justificación para que la UFCO traiga rompehuelgas pagos, al no lograrlo, el gobierno de Honduras declara ‘estado de guerra’ y envía tropas a disgregar organizaciones sociales, pidiéndoles que “acepten la reducción de sus jornales por el interés nacional de Honduras”. Y para que no quede duda, se reprime al movimiento y encarcela a los líderes.

La reducción del precio del banano y el azúcar responde, en primer lugar, a la necesidad de la UFCO por recuperar las ganancias extraordinarias en el mercado financiero, al quedar devastados los mercados internaciones; y en segundo lugar, de terminar con las naciones monocultivistas para convertirlas en industrializadas, que respondan a los intereses del mercado nuevo, es decir, reacomodar los intereses de sus colonias para que respondan de acuerdo a las nuevas necesidades del capital.

Para 1944 la burocracia estatal puertorriqueña crece considerablemente gracias a la apatía pequeño burguesa que toma el hueso en los puestos estatales. Al mismo tiempo, se divide al movimiento obrero a través del control absoluto de la CGT; y en lo electoral se aleja de cualquier intento de nacionalización. Así, el populismo aumenta gracias al tecnocratismo y desarrollismo de Teodoro Moscoso.

En 1948 se exenta de pagar impuestos (al gobierno de Puerto Rico mas no al de EU) a cualquier capitalista yanqui que invierta en la isla. Se ofrece mano de obra barata. La rentabilidad es extraordinaria. Así, impuestos personales y sobre propiedad y licencias de explotación son suspendidos por el gobierno de EU, mientras que el de PR los subsidia en la transportación y entrenamiento de personal. Esta colonización industrializada deshace el sector agrícola de Puerto Rico al no tener los beneficios de suspensiones arancelarias (ni para la producción ni para la distribución interna o externa). La industria azucarera nunca se recuperó; lo mismo sucedió con el café, tabaco, frutos y ganadería: “Puerto Rico produce lo que no consume y consume lo que no produce”, y se convierte en el refugio de la industria manufacturera pequeña o mediana norteamericana que es incapaz de competir con los monopolios en su país. Con ello, se establecen gigantescas empresas petroquímicas.

La demografía de Puerto Rico se modifica drásticamente: concentración en las urbes, caída en la calidad de la vida, migración masiva a EU. Entre 1940 y 1960 se pierde una generación entera de puertorriqueños que emigran al país del norte, un millón de ellos, en edad productiva, dejan de producir para su país y pasan a engrosar en EU las filas del ejército o de los obreros peor pagados en el mundo. Mientras tanto, se expande la clase media burocrática y profesional, mismos que se acercan a los valores del libre mercado y el capital transnacional al querer asemejarse al ‘desarrollo’, convirtiéndose en la capa más dura del conservadurismo político. Se convierten en economía de consumidores que no producen prácticamente nada, que imitan los patrones de consumo de los EU, por lo que toda la producción debe ser importada de aquél país. Esto lleva a que dicha capa social se aliene de su nación; misma que produce intelectuales, periodistas y abogados que chocan con la concepción del mundo de su propia clase nacional. En contraposición, los proletarios subempleados son la gran mayoría.

Esta política se mantuvo hasta 1970. En la actualidad, para evitar levantamientos y descontentos sociales, el gobierno de EU mantiene a casi un tercio de la población de Puerto Rico a través de la distribución de excedentes del mismo Departamento de Agricultura norteamericano. Con ello, se multiplican las acciones paternalistas y enajenadoras de las demandas sociales, silenciadas por los medios de comunicación y la poca capacidad de consumo: se enjuician a puertorriqueños bajo leyes yanquis; se censuran libros a través del control de las aduanas; se controla los mares y aires, así como las relaciones exteriores; mantiene el control de la industria azucarera; controla correos y moneda así como el negocio bancario. Es concluyente que las capacidades soberanas de cualquier clase puertorriqueña existen en el idealismo de su juventud nada más. El país entero es dominado y operado como estado norteamericano sin posibilidad de voto o argumentación.


Como conclusión: la falacia de la estabilidad económica prometida a las burguesías locales. La transformación del capital nacional en activos imperialistas

Ante la falta de conciencia nacional, la pequeña burguesía actúa como la iglesia católica en los conflictos internacionales: apoya al poderoso y guarda silencio; se encierra en su cómoda casa y cierra los ojos a la realidad que le pasa frente a la vereda. Por su parte, el Estado nacional en estos países, dice Riberio, ocupó el lugar de una clase social cuya aparición la historia reclamaba sin mucho éxito: encarnó a la nación e impuso el acceso político y económico de las masas populares a los beneficios de la industrialización. La pequeña burguesía se asocia a la invasión extranjera sin derramar lágrimas ni sangre; en América Latina el proceso de desnacionalización ha resultado mucho más fulminante y barato y ha tenido consecuencias incomparablemente peores. Y Ribeiro acertadamente argumenta:

En los sectores tradicionales, de baja tecnología, el capital nacional conserva alguna fuerza; cuanto menos vinculado está al modo internacional de producción por la dependencia tecnológica o financiera, el capitalista muestra una mayor tendencia a mirar con buenos ojos la reforma agraria y la elevación de la capacidad de consumo de las clases populares a través de la lucha sindical. Los más atados al exterior, representantes de la industria dinámica, simplemente requieren, en cambio, el fortalecimiento de los lazos económicos entre las islas de desarrollo de los países dependientes y el sistema económico mundial, y subordinan las transformaciones internas a este objetivo prioritario. Son estos últimos quienes llevan la voz cantante de la burguesía industrial,

Como recompensa, en la pequeña burguesía radica la creencia que obtendrá del capitalista los bienes materiales que dignificarán su posición como aliada. Estos bienes, para ella, son universales, es decir, cree que quien los recibe es gracias al trabajo realizado mientras que a quienes excluye es debido a su mal actuar o a su pereza. Sin embargo, este pensamiento es totalmente ciego al funcionamiento del capitalismo mundial.

El pequeño burgés cree que es un capitalista porque posee propiedad privada, cuando es él el encargado exclusivamente de administrar el capital financiero, no de multiplicarlo y disfrutarlo. Lenin explica detalladamente el funcionar del capital financiero, el cual es dinero en los bancos de los industriales capitalistas que se coloca en el desarrollo de la industria. El dinero se hace capital, en capital industrial. El aumento en la concentración de la producción y del capital en grado tan elevado lleva a los monopolios. Entonces, es la fusión de los monopolios con los bancos en pro de la concentración de la producción industrial. Este capital no es el que los burócratas, profesionales y tecnócratas de las sociedades latinoamericanas poseen, ya que el capital financiero necesariamente se convierte en oligarquía financiera la cual, en su esencia, es elitista y polarizadora, es decir, monopólica. La gran tarea ideológica del capitalismo es hacer creer a la clase pequeño burguesa de que es propietaria del capital financiero, cuando en realidad éste puede ser removido de sus manos en cualquier momento que el capital transnacional lo decida, no cuando el pequeño burgués lo desea.

¿Cómo es que el capital financiero se convierte en oligarquía financiera sin que el pequeño burgués pueda evitarlo, y lo hace ante su atenta mirada y complacencia? Los representantes de la burguesía transnacional embellecen este mecanismo para maquillarlo como capital empresarial, de inversiones y dador de trabajos. Se elogia el deber, el control y la reglamentación del capital financiero para “encaminar la actividad profesional para reunir bienes, conservarlos y ponerlos a disposición”, creando así una supuesta democratización del capital a través de la pequeña producción, la cual es controlada (como ya se dijo antes) por la oligarquía financiera.

Este ‘sistema de participación’ que supuestamente incluye a los pequeños productores solamente legitima el poderío de los monopolistas y esconde los negocios que roban al público a través de la ley. Así, se dividen las empresas en filiales para aparentar competitividad. Las legislaciones o reglas de control, aquí, no tienen importancia pues la propiedad privada es 'sagrada' para el derecho liberal y el Estado burgués en que vivimos. Y, a través de la libertad del mercado, no se le prohíbe a nadie comprar, vender, permutar en el mercado monopolista desigual, otorgando ganancias enormes al capital financiero que se constituye en sociedades concentradas en un puñado de familias.

Por tanto, las crisis son momentos de gran auge para el capital financiero que se come a las empresas pequeñas que no soportan la depresión, mientras los bancos participan de su apropiación. Se lleva a cabo un ‘saneamiento’ al capital perdido por las corporaciones, lo que significa una operación lucrativa para los bancos, aunado a los nuevos clientes que las sociedades necesitadas bajo dependencia aportan.

El dominio del capital financiero es el imperialismo porque significa el dominio del rentista y de la oligarquía financiera de las metrópolis, porque separa la propiedad del capital y la aplicación de este a la producción: beneficiando al que vive de rentas de capital monetario (bancos y oligarquía financiera) por encima de los pequeños burgueses y quienes viven directamente del capital, como es el proletariado asalariado. Lenin aporta una magnífica frase: “El imperialismo es capitalismo monopolista. El monopolio ha nacido de la política colonial, a la que añade las esferas de influencia del capital financiero con concesiones en los países coloniales”.

Por lo tanto, quiero concluir con lo siguiente. El pequeño burgués tiene la histórica responsabilidad de levantar la mirada, de no hacerlo se convierte en un aliado del imperialismo y es directo responsable por las condiciones 'bananeras' de las naciones en que vivimos. El que 'se hace que no ve' la injusticia es aliado al imperialismo, el que se deja manipular es, por tanto, reaccionario.

El atraso impuesto por el colonialismo es correspondido por la mediocridad de las pequeñas burguesías locales: entre ambos reprimen cualquier movimiento de reivindicación popular o socialista que busque cambiar las relaciones de producción. Nadie puede apelar a la ignorancia: las desigualdades se desarrollan ante nuestros ojos y tenemos los elementos para cambiarlas. El capitalismo es un sistema parasitario que vive de la renta del trabajo humano de los oprimidos; los monopolios y la oligarquía financiera lo demuestran a través de las contadas familias multimillonarias en contraste con las millones de familias muertas de hambre.

Estas pequeñas burguesías, ante movimientos masivos como el argentino en 2001, el chileno del 76, el boliviano de 2008 o los mexicanos en el 68, 89 o 2006, se encierran en sus hogares pidiendo paz y tranquilidad, ciegos ante las demandas históricas de su propio pueblo. Le piden la paz y tranquilidad a un sistema democrático-capitalista que en su seno se alimenta de la lucha de clases, denotando inconsecuencia con los tiempos modernos y pereza mental, actitudes que terminan por corresponder con los deseos de los capitales financieros, que se empeñan en discriminar y explotar a la humanidad.


Fuentes:

Galeano, Eduardo (1978), Las venas abiertas de América Latina, Buenos Aires, Siglo xxi

Lenin, V. I. (2005), El imperialismo, fase superior del capitalismo, Buenos Aires, Ediciones Libertador

Pereyra, Carlos (1959), El mito de Monroe, Buenos Aires, El Búho

Petras, James (1999), América Latina. De la globalización a la revolución, Rosario, Homo Sapiens Editores

Ribeiro, Darcy (1985), Las Américas y la civilización: proceso de formación y causas del desarrollo desigual de los pueblos americanos, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina

Selser, Gregorio (1961), El Guatemalazo, Buenos Aires, Iguazú

Viñas, Ismael (1972), Capitalismo, monopolios y dependencia, Buenos Aires, CEAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario