26/1/16


Muchas veces sueño con ella, a veces dormido pero también despierto. Construyo historias que no tienen final, unas graciosas y las otras reales; aunque también hay inconsciente atravesado con final en algunas de ellas. Son historias humanas, esenciales; detalles solamente, que exponencian a la vida.

Todas provienen del riquísimo tiempo que pasamos juntos, por más corto en días que haya sido. Si alguien me preguntara cuáles han sido los días más importantes y ricos de mi vida, serían esos, como sacados de este mundo, atemporales, un verdadero tiempo mágico, lleno de contrastes, fascinación y contratiempos.

Fue justamente un día como hoy y como mañana, hace un año, cuando inició y aconteció la segunda semana a su lado. Maravilla. Verla en el aeropuerto y correr para no tomar taxi. Sentarme en su cocina y sentir que ese es el centro del mundo, que todo gira alrededor de ese instante. Leer docenas de veces sus anotaciones en la pared hasta memorizarlas, mirar las fotografías, registrar cada ángulo y esquina de ese espacio que es suyo, apropiármelo con la mirada, con mi presencia, hasta convertirme en parte de él.

Infinidad de detalles que no son de nadie más, sólo de nosotros. Marcados, pegados en la memoria, simples, inigualables... Cantidad de historias que no han sido contadas, que permanecen en esos instantes, en la taza, en el piso, en la estufa, en el aire... latentes.

La pienso en esta tarde de martes, mientras el sol cae aquí en Tijuana.

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