23/1/16


Hace rato pasaron un par de nubes y mojaron toda la barranca, sólo como provocación. Es una noche fría y, ahora, silenciosa. Un par de horas se escucharon fiestas, pero al parecer ya salieron. Es en este tipo de noches que tengo un protocolo para calmar la ansiedad, que es salir a fumar un cigarro al patio mojado. Los zapatos que traigo puestos no los puedo usar afuera porque de regreso mojarían todo el piso de la casita, así que ya tengo un par de zapatos junto a la puerta para ponérmelos cuando salgo y volverlos a dejar ahí, en la entrada. Son mis zapatos más viejos, los de caminata, que usaba con la ernia en iztapalapa; todavía los tengo, ya muy demacrados y por eso sirven para salir al patio mojado a sentarme y reflexionar. Por supuesto que la extraño, pero tengo que ser fuerte, porque creo en eso. Y mis zapatos me acompañan. Cuando termino de estar afuera, regreso a la casita y los dejo en la entrada, mojados, mientras me pongo los otros con los que puedo caminar dentro sin manchar todo el piso. Es el protocolo que hago seis o siete veces en la noche.

Yo no cambio tan fácil de zapatos en la vida. Y no quiero hacerlo todavía. No sé cuándo pueda volver a intentarlo, pero por ahora no tengo ningún interés en probar algo nuevo. Todavía estoy de luto y es importante para mí.

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