9/5/12

Hablando de elecciones y de centros en México

El centro pensamiento subdesarrollado

El sistema político occidental funcional al capitalismo, sí, nos referimos a la democracia, ha orillado durante el último cuarto de siglo en México a la ignorancia, la violencia y la desorganización de los hombres y mujeres trabajadorxs del país. Los más de 60 mil muertos y millones en pobreza alimentaria denotan el subdesarrollo salvaje al que se nos ha empujado a costa de las multimillonarias ganancias del narcotráfico y las privatizaciones de los sectores productivos. Del lado opuesto a la marginación, tenemos a los grandes 'jefes' vencedores de los últimos veinticinco años: aquellos millonarios que aparecen en revistas, legitimados por sus legiones de burócratas, jueces y legalistas. 

Pero 2012 es un año trascendental para el des-equilibrio futuro de esta ecuasión desproporcional. En palabras de Guillermo Almeyra: "(...) lo que está en juego no es meramente una elección sino la creación de una nueva relación de fuerzas entre las clases" (La Jornada, 18-12-2011). En este contexto crítico de lucha entre la correlación de fuerzas sociales (en la que se pensaría que la radicalidad brindaría mayores frutos), la estrategia esgrimida por cada uno de los partidos políticos burgueses es encasillarse bajo el 'centro' con el objetivo de atraer electorado. ¿Y entonces -se preguntan lxs lectores-, se equivoca Almeyra en pensar la importancia de este año, y la posición mediocre de centristas es la correcta? Antes que nada tenemos que preguntarnos: ¿por qué el centro? La posición centrista demarca un estilo de pensamiento social. No hablar del PRI, pero que el PAN quiera aparecer como centro-derecha y el PRD como centro-izquierda no son azares de los vaivenes políticos, sino tácticas de gatopardismo (hacer pasar algo que no es por lo que se quiere aparentar). Así, no queda más que recordar una frase de Lenin en su El Estado y la revolución: "(...) con esa sinceridad inimitable de la gente de 'buena sociedad' en la que 'todos' ejercen la prostitución política".

Para esclarecer un poco la visión

Leer, escuchar o mirar los medios de des-información masiva no nos ayuda un ápice. Al contrario, debemos apelar a nuestro pensamiento crítico; con él aplaudimos el consejo que Lenin dio a Máximo Gorki en 1919: "¡Ay, ay, perecerá usted si no escapa de ese ambiente de intelectuales burgueses! ¡Le deseo de todo corazón que escape lo antes posible!". 

Por ello, para esclarecer los posicionamientos políticos actuales, preferimos acudir (a falta de un mes para conmemorarse dos años de su muerte) a un verdadero pensador práctico-político de nuestra sociedad: al filósofo méxico-ecuatoriano, Bolívar Echeverría. En una pequeña intervención de 2006, Echeverría (1) afirma que los posicionamientos izquierda-centro-derecha son una herencia de la Ilustración europea, que pueden ser brevemente definidos como:

    - Derecha: la posición que se niega a reconocer la tendencia natural de las instituciones sociales al progreso; por eso, defiende la forma tradicional de éstas -amenazadas por los cambios- con la idea de que son "civilizadas".

     - Centro: es la posición que cree que con las conquistas alcanzadas por la liberación de la economía es suficiente.

     - Izquierda: es la posición que favorece la inclinación natural de las instituciones sociales al perfeccionamiento; adecuarse a una vida que garantice la libertad, la igualdad y la fraternidad. [Aquí hace una distinción con una izquierda más radicalizada, en la cual los tres principios fundantes sean "para todos los seres humanos"; asimismo, la izquierda radical persigue la socialización de la propiedad].

Considero que justificar por qué los tres partidos burgueses mexicanos se identifican a sí mismos (a través de sus actos, no sus palabras) con el centro, es una tarea harto estéril. Es más interesante identificar cómo el partido que se considera de "izquierda" (a través de sus palabras, no sus actos), en realidad no lo es.

Echeverría nos da la clave: argumenta que la izquierda, vista como una tendencia de la actividad política, se carateriza por las actuaciones políticas que lleva a cabo, y no por el aparato organizativo del grupo que la busca representar; es decir que: "Un partido político no puede ser de izquierda, sólo puede estar en ella, mientras su actividad política coincide con esa tendencia" (2010:180). Es claro que lo que Echeverría afirma es que un partido político se define a través de los actos, de su actividad política concreta en la sociedad en que se desenvuelve. ¿Y cuáles son esos actos que un partido que se denomina como 'de izquierda' realiza cuando decanta, realmente, en la izquierda? Echeverría no escatima para puntualizarlos:

    a) Logra que la 'mano invisible del mercado' no se someta a las necesidades de la acumulación del capital, que son, necesariamente, ajenas a la necesidad y voluntad social (de la mayoría) porque solamente favorecen a una clase: los propietarios de los medios de producción.

   b) Radicaliza el liberalismo económico a través de: primero, la prohibición de los monopolios privados sobre los medios de producción de interés social (tierra, agua, energéticos, comunicación, etc.); y segundo, garantiza el patrimonio comunitario mediante el aseguramiento social contra la miseria y el desempleo.

    c) Garantiza que la política de las clases trabajadoras se convierta en la política de la 'república'; organización libre y autónoma realizada por los miembros de la comunidad. Se convierte en una corriente supra-partidista dentro del escenario de la política democrática.

Ahora sí contamos con las herramientas para evaluar las acciones tomadas por los partidos políticos burgueses mexicanos. Entendemos ahora el por qué de la estrategia centralista adoptada por la triada partidista para poder continuar ejerciendo la "prostitución política" como ley. Han elegido la estrategía de la comodidad para no verse demandados por el pueblo trabajador a cumplir, con acciones (revolucionarias o no), lo que prometen (u omiten) con las palabras.

La lógica elemental para las elecciones

Se ha convertido en un elemento del sentido común, al pensar las elecciones en México, optar por el llamado "mal menor", es decir, elegir al gobernante que nos es menos repugnante: por ejemplo, votar por López Obrador para que Peña Nieto y el PRI no regresen a gobernar. No obstante, ¿siquiera es esa una posición política? Al optar por el "mal menor" se olvida la visión universal (de que la política es un reflejo de las relaciones económicas mundiales) ya que se toma como premisa que las únicas opciones que tenemos para elegir son las presentes, impidiendo una estrategia de lucha alternativa e independiente como clase social unida. Es una posición regresiva (o conservadora) que elimina las expectativas hacia la formación de una alternativa verdaderamente trabajadora. León Trotsky, en su En defensa del marxismo ejemplifica de la siguiente forma: "Si alguien prende fuego, o ayuda a prender fuego a una casa, y luego salva a cinco de sus diez ocupantes para convertirlos en sus propios semi-esclavos, se produce un 'mal menor' que si se hubiesen quemado los diez. Pero no está claro que este pirómano merezca una medalla por el rescate. Y si se la dieran, debería tirarla inmediatamente, como el héroe de una novela de Víctor Hugo" (1937, marxists.org).

Para las elecciones de 2012, la abrumadora posición de la "izquierda" mexicana (encabezada por Morena y reproducida por fracciones del SME, del STUNAM y del CNTE) se resume en la siguiente consigna: "¡ni un voto al PRIAN!". El pasado 1° de Mayo fue la consigna que más se escuchó en la plaza del Zócalo. No obstante, ningún partido (por más promesas electorales que hagan) detendrá la entrega de PEMEX a extranjeros, o dejará de criminalizar la protesta de obreros, campesinos y estudiantes, como acabamos de observar en Michoacán.

Por otra parte, es claro que en 2006 la estrategia "independiente" promovida por la pseudo-izquierda para "abstenerse" de votar favoreció (sumada al fraude electoral) al PAN, ya que no existía una alternativa organizada para elegir. Esta estrategia provocó desorganización al generar pasividad entre los mexicanos y permitir que el candidato más reaccionario arribara a la presidencia. Ahora, seis años después, optar por el abstencionismo traerá más de lo mismo.

¿Entonces qué -se preguntan los lectorxs-? ¿sí votamos por AMLO? Es congruente la posición que Guillermo Almeyra toma al afirmar que: "Sólo los que ignoran la historia creen que los movimientos dependen ciegamente de sus líderes. Quienes creen en AMLO no son forzosamente la réplica de éste. López Obrador gobernó la ciudad de México autoritaria y arbitrariamente y favoreció a los sectores empresariales" (La Jornada, 18-12-2011). Ante ello, Almeyra opta por la organización de base de los trabajadores. Quien decida votar por López Obrador tendrá que hacer de su vida diaria el escenario de la política nacional: como trabajadores organizarnos, criticar y luchar para que el movimiento de masas que apoya a este candidato se amplíe y pluralice; eliminar el charrismo y las tribus burocratizadas al mantener nuestra independencia política. Pero es desde el movimiento de masas desde donde se superan las contradicciones con una dirigencia obsoleta.

En otro sentido, una minoría de izquierda (pero más coherente con una estrategía amplia, internacionalista) propugna por la 'anulación' del voto. Bajo la consigna de "¡Anulemos nuestro voto!" (2012, ltscc.org.mx) buscan recuperar la memoria histórica del actuar del PRD como enemigo de la clase trabajadora y, en cambio, defender las conquistas de los trabajadores que han sido nulificadas por el neoliberalismo. Quien no acepte que las relaciones sociales bajo el régimen neoliberal impuesto a partir de 1994 se han modificado y deteriorado, no sabe dónde está parado. El PRD es, también, origen y producto de estas relaciones, es una causa de ellas como partido orgánico del sistema político democrático burgués. La degeneración de la izquierda mexicana es su magna obra.

Así, la LTS convoca a: "anular la boleta electoral el día de las elecciones escribiendo en ella las consignas de: 'alto a la militarización', 'alto al feminicidio', 'libertad a los presos políticos', 'no al pago de la deuda externa', 'que la crisis la paguen los capitalistas'" (ltscc.org.mx).

El posicionamiento hacia la 'anulación' del voto apunta a recordar que el PRD es una fracción más del capitalismo "bueno" (falacia entre las falacias), ejemplificado en la "república amorosa" de AMLO, en donde se cree que el sistema económico puede modificarse en caso que administradores con buenos propósitos lleguen al gobierno. Por lo tanto, el PRD (y sus allegados) son solamente una parte más de la clase patronal nacionalista que con argumentos moralistas buscan ganar votos, como su "política austera y no corrupta". Quien tenga un ápice de conocimiento histórico (como bien dice Almeyra, quien me merece la mayor admiración como militante congruente y coherente con el movimiento internacionalista) sabrá que la corrupción -tendiente a la concentración- es la marca generacional del sistema de reproducción del capital. Y, por todo esto, votar por el PRD será legitimizar el sistema mismo.

Así, los trabajadores tenemos decisiones que tomar. Decisiones estratégicas que se signifiquen en una organización independiente de los partidos democráticos burgueses, con un programa de libertad y solidaridad entre la clase trabajadora y campesina. Si los partidos han optado por la estrategia del cómodo (y funcional al sistema) centralismo, la clase trabajadora no puede (y no debe) hacerles segunda a través de la falta estratégica del 'mal menor'. Y quién mejor que un compañero centroamericano para situarnos sobre nuestros pies para retomar la bandera socialista y dejar atrás el centro pensamiento subdesarrollado; un poema de Roque Dalton:

TOMAR EL PODER (Y EL LENINISMO) POR LAS HOJAS

Tú dices:
'El problema del poder es que hay que tomarlo'.

El aventurero dice:
'Entonces no hay problema'.

El anarquista:
'¡Qué tomar el poder ni tomar el poder! De lo que se trata es de destruir el poder, todo el poder...'.

El derechista que no osa decir su nombre:
'¿Como dice? ¿Qué es lo que hay que tomar? ¿El problema o el poder? El sentido de la frase no es claro...'.

El burócrata del subdesarrollo:
'Esa es una reflexión antipartido y revela apresuramiento pequeño-burgués. Es necesario comprender que por ahora basta con lo que tiene nuestro Partido, visión elaborada, por cierto, arduamente, a través de casi cincuenta años: una perspectiva de poder'.

El contacto más constante que ellos tienen con el leninismo es su acuerdo en el sentido de que tú no eres leninista.

En: Roque Dalton (1973), Un libro rojo para Lenin; versión tomada de 2010, Ocean Sur, México, p.50

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(1) Bolívar Echeverría (2010),  "¿Dónde queda la 'izquierda'?", en Modernidad y blanquitud, ERA, México, pp. 177-181.

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