3/5/12

Lenin y la juventud intelectual

Casi un año después se regresa a escribir en este blog. Y no es coincidencia ni azar que sea un par de días después del Día del Trabajador, nuestro pasado 1° de Mayo (tema inconcluso que dejamos en las últimas entradas).

Por eso, la crítica de hoy comienza en 1891, cuando en la Rusia zarista los obreros de San Petersburgo se reunieron a celebrar de manera clandestina su 1° de Mayo; en la discusión surgió la dualidad: juventud-intelectualidad. Los acontecimientos nos los narra León Trotsky en su biografía de Lenin, titulada: El joven Lenin (FCE, 1972). En aquella reunión un obrero afirmó: "La juventud de hoy no piensa en el pueblo. Esta juventud no es otra cosa que un elemento parasitario de la sociedad". ¡Pero claro! Aquel obrero no se refería a la juventud popular, sino aquella que se decía a sí misma "intelectual"; aquella que, desde las zonas urbanas, solamente reproducía como loro la tan nombrada dicotomía: 'civilización-barbarie' que terminó por fundar tantas naciones periféricas (y bien que esa Rusia de entonces era periférica de la Europa "culta", así como la Argentina de Sarmiento lo era de Inglaterra, o el México de Díaz de España). Y aquel obrero no era cualquier trabajador, era de quienes habían leído ya El Capital de Marx:

"Un tomo de El Capital, entre los libreros de segunda mano, valía de cuarenta a cincuenta rublos. Y, no obstante, los obreros de San Petersburgo se las arreglaban para comprar este libro de sabiduría. 'Yo mismo -escribe Chelgunov- me vi a veces obligado a deshojar El Capital en capítulos, para que pudieran leerlo simultáneamente en cuatro o cinco círculos." (1972:228)




Aquellos obreros reunidos clandestinamente buscaban aliados para la lucha, conocían que el pueblo ruso (y la juventud del pueblo) estaría con ellos, no obstante, la posición de la relación juventud-intelectualidad se mantenía bajo la sombra, ¿defenderían estos últimos al zar o abrazarían a las rebeliones obreras como aliadas? En ese momento la posición de los intelectuales era populista, es decir, jugaba con la balanza de la historia (y del hambre y la miseria) para mantener a raya a los descontentos. Entonces, ¿qué fue lo que provocó el acercamiento entre los obreros de San Petersburgo y la intelectualidad? El momento histórico no se dejó esperar y comenzó a emerger una clase intelectual clasista, leída ya en los fundadores del materialismo histórico, entre ellos, por supuesto, Vladimir Ilich, después conocido como Lenin.

Lenin fue, de acuerdo con Trotsky, quien mejor reunió las dos características que el proletariado ruso requería (claro que no fue el único, sino toda aquella generación que después fundaría el partido bolchevique): en primer lugar, la pasión de su juventud en contra de cualquier injusticia, y en segundo lugar, la preparación intelectual y materialización práctica de una teoría que, sobra decir, ponía a los proletarios como la clase revolucionaria en el capitalismo, como su protagonista.

Establecido el contexto, la pregunta surge: ¿qué tipo de juventud necesita Nuestra América en el siglo XXI? ¿Cómo se desarrollan los intelectuales materialistas en su juventud? Para aventurar una respuesta tendremos que acudir de nuevo a aquel 'joven Lenin'. E iremos despacio.

Caracterizaciones de Lenin sobran, sobre todo las idolatrías que la URSS de Stalin formuló y de las cuales prescindiremos; por ello, quién mejor que su compañero de campaña y dirigente del Ejército Rojo, el viejo Trotsky, para darnos una mano:

Durante la adolescencia de Lenin: "Si bien habían horas de diversión, el trabajo exigía la mayor parte del tiempo (...) Alejandro [hermano mayor de Lenin y futuro anarquista que moriría en la horca] tenía frenos interiores que hacían su carácter tan seductor que le impedían explayarse. Odiaba la fraseología y todo lo que, en una conversación, sobrepasaba los límites de los indispensable, le molestaba. Su pensamiento, honrado hasta la timidez, estaba desprovisto de sutilezas.

"Vladimir, en cambio, (...) cuando se ponía a escribir una composición, no en el último momento, sino con tiempo suficiente, (...) bosquejaba, ante todo, su plan, para estar seguro de que iba a desarrollar plenamente su pensamiento. En torno al esquema establecido se agrupaban después anotaciones y citas, sacadas no solamente de los manuales escolares, sino también de otros libros. Cuando había terminado su trabajo preparatorio y había numerado las anotaciones, cuando había fijado el tema y la conclusión, la composición se desarrollaba casi sola sobre el papel." (1972:130)

"No sabemos cuándo consiguió el primer tomo de El Capital. (...) Pero había desarrollado esta habilidad [de la lectura rápida] sabiendo, cuando era necesario, leer muy lentamente. En cada nuevo terreno comenzaba por familiarizarse con las bases sólidas y así proseguía, como un concienzudo constructor, (...) tenía la capacidad de releer varias veces un libro o un capítulo indispensable e importante. No apreciaba realmente más que los libros que merecen que se les vuelva a leer.

"Desgraciadamente no hay nadie que nos diga cómo siguió Lenin la escuela de Marx"; su hermana Yasneva afirma: "Pasaba días enteros estudiando a Marx, redactando resúmenes, copiando extractos, tomando notas. Entonces nos era muy difícil arrancarlo de su trabajo." (1972:298)

"En este proceso de creación se manifestaba una cualidad que Ferdinand Lasalle ha denominado, con razón, la fuerza psíquica del pensamiento. En el estudio, cuando no se trata de una memorización mecánica, hay también un acto creador, pero de tipo inverso. Hacer el resumen de la obra de otro significa poner al descubierto el esqueleto lógico, despojándolo de pruebas, de ilustraciones y de digresiones.Vladimir avanzaba por este difícil camino con tensión apasionada y alegre, resumiendo cada capítulo leído, a veces en una sola página, meditando y verificando la estructura lógica, las transiciones dialécticas y los términos. Al tomar posesión del resultado, asimilaba el método. Analizaba las etapas del sistema de otro como si lo edificara de nuevo." (1972:299)

Y con ello, el trabajo intelectual se convirtió en la principal actividad del joven Lenin. Faltaría el salto dialéctico de poner sobre la mesa los conocimientos adquiridos, de enfrentarlos con adversarios de igual preparación, de ponerlos en práctica sobre la marcha al momento de dirigir una revolución. Es decir, de convertir el pensamiento en política. De eso ya hablaremos más tarde; tan sólo dejo una cita de Lukács sobre el Lenin político:


"Pero la superioridad de Lenin tampoco puede explicarse a base de fórmulas manidas como 'genialidad política', 'clarividencia práctica', etcétera. Es más bien una superioridad puramente teórica en el enjuiciamiento del proceso general. Porque en toda su vida no cabe encontrar una sola decisión suya que no haya sido tomada obedeciendo, de manera concreta y objetiva, a una toma de posición teórica previa. Y que la máxima fundamental de esta posición no sea otra que la exigencia de un análisis concreto de la situación concreta, hace que quienes no piensen dialécticamente sitúen el problema en el terreno de la práctica de la realpolitik. Para un marxista el análisis concreto de la situación concreta no se opone a la teoría pura; por el contrario, constituye el punto culminante de la auténtica teoría, el punto en que la teoría encuentra su realización verdadera, el punto en el que se transforma en praxis."





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