11/3/11

El 'diálogo' en la Pedagogía del oprimido de Paulo Freire

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Educación problematizadora /// Educación bancaria

En: Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, capítulo 3

EL DIÁLOGO

Lo central del diálogo es la palabra. La palabra tiene dos dimensiones en interacción: acción y reflexión. La palabra verdadera es la unión inquebrantable entre ambas, resultante en la praxis; por ende, la palabra verdadera es transformar el mundo.

La palabra inauténtica es aquella que no transforma la realidad. Si se le priva a la palabra su dimensión activa se convierte en palabrerio, verbalismo; mientras que si se le priva de la dimensión reflexiva es activismo. Esto convierte a la palabra en alienada y alienante. No denuncia el mundo porque no tiene compromiso de transformación, ni compromiso sin acción. Cualquiera de estas generan formas inauténticas de pensar porque se originan en formas inauténticas de existir y refuerzan la matriz de opresión.

La existencia humana se nutre de palabras verdaderas, no de inauténticas o falsas. Existir para el ser humano significa pronunciar el mundo y transformarlo. La existencia no puede ser muda. El mundo pronunciado retorna problematizado a los sujetos pronunciantes, exigiendo un nuevo pronunciamiento.

Decir la palabra verdadera, es trabajo, es praxis, es transformar el mundo, y no es privilegio de unos cuantos sino derechos de todos los hombres. La palabra verdadera no se dice solo o para otros ya que se les quita el derecho a decirla. Decirla implica un encuentro de los hombres para la transformación.

El diálogo es el encuentro entre los hombres. Es necesario que a quienes se les ha negado el derecho a decir la palabra reconquisten ese derecho. El diálogo es el camino como los seres humanos ganan significación como tales.

No hay diálogo si no hay amor al mundo y los hombres. La pronunciación del mundo es acto de creación y recreación que se genera en el amor. El amor es tarea de sujetos y no de dominación. El amor es acto de valentía, no de temor: es compromiso con los hombres.

“Dondequiera exista un hombre oprimido, el acto de amor radica en comprometerse con su causa. La causa de su liberación.”

Los oprimidos no pueden acomodarse a la violencia que se les impone sino luchar para que desaparezcan las condiciones objetivas de su explotación. Solamente la supresión de la situación opresora rescata el amor. El diálogo es acto de amor.

No hay diálogo verdadero si en los sujetos no hay un pensar verdadero, pensar crítico. Percibe la realidad como un proceso y no como algo estático. Se opone a ver el tiempo histórico como la adquisición de experiencias del pasado para adaptar y normalizar el presente a ese pasado. El pensar crítico busca la transformación de la realidad para la humanización de los hombres.

Sólo el diálogo genera pensar crítico. Sin él no hay comunicación y sin ésta no hay educación. Supera la contradicción educador-educando. Es educación como práctica de la libertad.

La educación no se hace de A para B o de A sobre B, sino A con B, con la mediación del mundo. El educador-educando problematizador comienza el diálogo antes del encuentro con el educando-educador, cuando se pregunta de qué dialogará con estos. El educador bancario no se hace esta pregunta, sino que le pregunta al programa que impondrá con sus alumnos; pregunta que se responde él mismo.

No podemos llegar a los trabajadores para entregarles conocimientos como lo hacía la concepción bancaria o imponerles el modelo de ‘buen hombre’ a través de un contenido que hemos organizado nosotros mismos. Los programas docentes y políticos fallan porque los realizadores parten de su visión personal de la realidad y no toman en cuenta a quienes dirigen el programa.

Para el educador revolucionario “la incidencia de la acción es la realidad que debe ser transformada por ellos con los otros hombres y no los hombres en sí.” Quien adoctrina a los hombres son los dominadores para mantener la realidad intocada. En esta verticalidad de la programación caen muchos revolucionarios por el empeño de adherir al pueblo a la acción revolucionaria. Se acercan a las masas con proyectos que son de su visión del mundo y no de las del pueblo. El objetivo es luchar con el pueblo para “recuperar” la humanidad robada, y no “conquistar” al pueblo. Es liberarse con el pueblo, no conquistarlo.

La lucha no es oponer nuestras teorías a las teorías de los opresores, teniendo como intermediarios a los oprimidos. Es centrarnos en que los oprimidos se den cuenta que alojan a los opresores en sus ideologías, y con eso no pueden ser para sí mismos. No se lleva un mensaje sino que se conoce dialogando: la objetividad que viven y la conciencia de esta objetividad que tienen.

Si no se respeta la visión particular del mundo que tenga una comunidad, entonces se realiza una invasión cultural. “Será a partir de la situación presente, existencial y concreta, reflejando el conjunto de aspiraciones del pueblo, que podremos organizar el contenido programático de la educación y acrecentar la acción revolucionaria.”

Plantear al pueblo a través de contradicciones básicas su situación concreta, presente, como problema que lo desafía y exigiendo una respuesta, no intelectual sino en acción.

Nuestro papel es dialogar sobre nuestra visión y la suya, no hablar o intentar imponer la nuestra. Su visión del mundo refleja su situación concreta, partimos de ese conocimiento crítico. Por eso, educadores y políticos hablan sin ser entendidos, el lenguaje no sintoniza con la situación de los hombres con quienes habla. Su discurso es alienado y alienante. Buscamos conocer las condiciones estructurales que el pensamiento y lenguaje del pueblo se constituyen dialécticamente. El contenido programático surge de ambos. Es la búsqueda que instaura el diálogo para la educación liberadora.

Se realiza la investigación del universo temático o conjunto de temas generadores.

Es metodología que no contradice el diálogo en la educación. Lo que se investiga no son los hombres como objetos o piezas sino su pensamiento-lenguaje referido a la realidad, niveles de percepción de esta realidad y visión del mundo.

el condicionamiento objetivo  de los temas generadores:

El ser humano es el único animal capaz de tener conciencia de su actividad y de sí mismo. El animal es incapaz de separarse a la actividad que realiza, no ejerce acto reflexivo, por lo que el punto de decisión no es tomado por él. No puede asumir la vida ni construirla, si no la construye no la puede transformar. No puede saberse destruido en vida por carecer de soporte simbólico y cultural. No objetiva su actividad, carece de finalidades o propuestas; no tiene un mañana ni un hoy, por lo tanto, es ahistórico.

El mundo humano es histórico, es meramente el soporte. El ambiente no es problemático sino estimulante. El ser humano es conciencia de sí y del mundo, vive en relación dialéctica entre los condicionamientos y la libertad. Al separar su actividad de sí mismo, el ser humano sobrepasa las “situaciones límite” para convertirse en visión de fondo: son dimensiones concretas e históricas de la realidad.

En el momento que se instaura la percepción crítica en las acciones se desarrolla la superación de las “situaciones límite”. Se convierte en praxis, siendo reflexión y acción transformadoras de la realidad. El ser humano es histórico-social.

El ser humano puede tridimensionalizar el tiempo (pasado-presente-futuro) que se desarrolla en un devenir en unidades epocales que no son estancas sino interrelacionadas en dinámica histórica.

Una unidad epocal se caracteriza por ideas, concepciones, dudas, valores, desafíos e interacciones dialécticas con sus contrarios. La representación concreta de estas son los temas de la época. De ahí parten los “temas generadores” para la educación. Son tareas que deben ser realizadas y cumplidas en contra de quien desea mantener la situación como se presenta. Los temas históricos no están aislados, desconectados, cosificados sino en relación dialéctica con los opuestos reaccionarios.

Los temas generadores

Sólo en las relaciones entre el ser humano y el mundo se encuentran los “temas generadores”. El conjunto de temas constituye el “universo temático”. Frente a este universo los hombres toman posición realizando tareas a favor del mantenimiento de las estructuras o en el cambio de ellas. Cuando se profundiza el antagonismo se mitifica la realidad creando clima de irracionalidad que amenaza agotar el significado quitando la connotación de cambio. Es tarea del ser humano desenmascarar esa mitificación para realizar su tarea plena: la transformación constante de la realidad para la liberación de los hombres.

Estos temas envuelven las “situaciones límite” en cuanto a las tareas para superarlas, cuando no son percibidos como tales, las acciones referidas a ellas no son auténticas o críticas y se presentan como aplastantes a los hombres donde no cabe más que adaptarse a ellas. Así, no trascienden las “situaciones límite” ni descubren qué hay más allá en la realidad. Cuando ya no se perciben como una frontera irrompible, se hacen críticos en la acción.

Los temas son generadores porque contienen en sí la posibilidad de desdoblarse en otros tantos temas que provocan nuevas tareas para cumplir en la superación de las “situaciones límite”.

Los educadores deben investigar los temas generadores ya que la conciencia dominada todavía no captó las “situaciones límite” en su globalidad y se queda en las manifestaciones periféricas.

Los temas generadores se manifiestan en círculos concéntricos: de lo general a lo particular. Temas universales contenidos en la unidad epocal más amplia abarca unidades mundiales, continentales, regionales, nacionales. En círculos menos amplios están los temas culturales, étnicos, de trabajo.

La cuestión fundamental es que falta la visión crítica de la totalidad en que vivimos. Se capta en pedazos que no reconocen la interacción con la totalidad; por ello, no pueden conocer. La investigación de los temas deberá enfocarse también en las dimensiones significativas de la realidad para reconocer las partes que interactúan del todo. Así, el ser humano no se verá fuera de cualquier manifestación humana como si fuera un mundo aparte sino íntimamente relacionado con las acciones a su alrededor.

Es tarea del investigador decodificar las situaciones existenciales concretas para ir de las partes al todo y de vuelta a las partes, lo que implica un reconocimiento del sujeto en el objeto. Una situación codificada se decodifica en una análisis de lo abstracto a lo concreto que conduce a la superación de la percepción de la realidad hacia una percepción crítica.

Investigar el “tema generador” es investigar el pensamiento de los hombres referidos a la realidad, investigar su actuar en la realidad, que es su praxis. La investigación es realizada tanto por los investigadores como por los hombres del pueblo. Es postura activa para profundizar la conciencia.

“Cuanto más investigo el pensar del pueblo con él, tanto más nos educamos juntos. Cuanto más nos educamos, tanto más continuamos investigando.” La tarea del educador revolucionario es trabajar en equipo el universo temático y devolverlo como problema a los hombres de quienes lo recibió, no como disertación. El contenido programático no es impuesto al pueblo sino que nace de él, en diálogo con los educadores, refleja los anhelos y esperanzas. Por eso inicia en la temática como punto de partida de la dialogicidad.

Investigación de los temas generadores

Primera etapa. Es la primera aproximación con un grupo de personas en una conversación informal en donde se exponen los objetivos de la presencia en la comunidad. El porqué, cómo y para qué de la investigación en relación de confianza mutua. Después se estimulará para que entre la comunidad participen unos como auxiliares de la investigación. Inicia el diálogo. Los auxiliares darán información sobre la vida en la comunidad, que se convierte en acción viva. Se inician las visitas.

Es un proceso cultural que fija la mirada crítica de la realidad para encontrar las codificaciones, así se amplía el conocimiento de la comunidad. Se realiza la decodificación a través de la observación con diálogos informales: comportamientos, modo de hablar y ser, la religión, el trabajo. Se debe conocer a la comunidad en todo momento, en todas sus actividades. Se redactan informes de cada visita para ser discutidos en grupo. Esa discusión va jerarquizando los temas. Se buscan escindirnos de la realidad para encontrar las “situaciones límite”, las contradicciones, luego se re-totalizan los temas. Se verá si tienen visión fatalista o esperanzadora. Ahí surge el diagnóstico entre la “conciencia real” y la “conciencia máxima posible”. La conciencia real se instaura en los obstáculos de la realidad empírica y cómo superarlos hacia la conciencia máxima posible.

Segunda etapa. Comienza cuando tenemos el conjunto de contradicciones que vive la comunidad. Se escogen algunas para elaborar codificaciones en la investigación temática. Las codificaciones son imágenes, fotografías de ese tema, que será el objeto para el análisis crítico de los sujetos decodificadores. Deben se situaciones por todos conocidas. Deben ser simples para incidir la reflexión crítica. Se continúa para contrastar la visión inicial con la posibilidad de su superación, ampliando el horizonte de conciencia. Las codificaciones se abren en un abanico temático para investigar.

Inicialmente s proyecta la codificación simple en una situación concreta. Esta se llama “esencial” que luego se abrirá a otros temas. Se busca decodificar la esencial para luego proyectarla a la conciencia máxima posible.

Tercera etapa. Se generan círculos de investigación de cada tema para decodificarlo en la realidad. Se busca desafiarlos cada vez más, problematizando la situación presente con las respuestas brindadas en las reuniones. Se produce la fuerza catártica.

Una vez que se descodifican los temas en círculos de investigación, da comienzo el estudio de los hallazgos. Se estudian las notas o grabaciones tomadas para arrojar las afirmaciones o negaciones de la realidad. Estas se clasifican en un cuadro general que se dividirá en las ramas de la ciencia. De esta manera, los investigadores podrán saber qué temas interesan a cada integrante: sociología, política, religión, trabajo, antropología.

Esta división no se tratarán esquemáticamente sino bajo la visión de la totalidad. Cada investigador especialista presentará un proyecto de “reducción” para organizar los temas a tratar en las reuniones. Los temas serán núcleos fundamentales de cada rama del conocimiento. Se generan pequeños ensayos sobre el tema reducido. Estos servirán de guía para los futuros investigadores-educadores. La programación deberá ser dialógica, por lo que todos participan de ella.

Realizada la reducción temática, seguirá la codificación. Se escogerá un método de exposición para cada tema y su representación. Canales visual, pictórico, gráfico, auditivo. Se elaborará un programa para cada unidad temática codificada y se confecciona el material didáctico: diapositivas, carteles, películas, entrevistas.

Cada material es utilizado en las reuniones para luego debatir lo expuesto. Una vez preparado el material, los investigadores devolverán al pueblo las temáticas ampliadas: sale del pueblo y vuelve ahora como problemas para ser descifrados y no como contenidos a ser depositados.

Primero se presenta el programa general, el pueblo se identifica con él porque él lo inició. A través del diálogo los educadores explican los temas fundamentales. Los temas fundamentales funcionan como codificadores de investigación, se introducen para aclarar la conciencia de la realidad.

La importancia de esta metodología es que los hombres se sienten sujetos de su pensar, discuten su pensar, su propia visión del mundo. No se presenta el programa sino que se dialoga con el pueblo, con lo cual participa en la educación liberadora.
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