23/1/11

Manifiesto programático de la ERNIA-Iztapalapa

el mundo hoy
En esta sección se da un panorama general de la situación mundial. Partimos de una visión crítica que expone las razones por la cuales la desigualdad y la marginación existen en el contexto mexicano y global. Cualquier visión crítica significa tener la capacidad de observar y comprender el contexto absoluto bajo el cual se dan las relaciones a estudiar y modificar; esta visión universal permite identificar los problemas y consecuencias en las particularidades.
Iniciamos de lo general a lo particular debido a que las condiciones de las relaciones sociales en México pueden ser explicadas a través de las condiciones globales de la sociedad. De esta manera hacemos nuestras las experiencias previas de movilización y lucha para aprender de ellas y tomarlas como bandera de consigna. Comenzamos con la idea de que toda juventud es revolucionaria, la que no lo sea es porque está enferma.

1. Los fundamentos del siglo XXI
A 20 años de la caída del muro de Berlín, lo que se evidencia es el hundimiento de un sistema económico que se fractura debido a sus propios fundamentos: la privatización, la competencia mercantil y las rivalidades nacionales. En el Foro Económico Mundial de 2009, que se realiza anualmente en Davos, Suiza, se afirmó que el 20% de la población mundial (1,200 millones de personas) recibe el 80% de los ingresos mundiales, mientras que el restante 80% (4,800 millones) se queda con el 20%. Por ello, cuando los apologistas de la globalización afirman que este sistema se encuentra en su cenit, es justamente cuando el mismo ha estallado como consecuencia de sus contradicciones internas.
La doctrina Monroe representó la política exterior de EE.UU. hacia el continente americano. La aplicación de la doctrina Monroe en la actualidad se da a través del posmodernismo, que corresponde a la ideología del neoliberalismo. Para los neoliberales la reforma económica y la política democrática son codependientes. Así, la finalidad del neoliberalismo es conseguir que los mercados sean liberados de regulaciones estatales, lo que incentiva la competencia. Para ellos, la globalización impone las fuerzas del mercado, en las cuales el Estado no se involucra, por el contrario: estructura su economía nacional para ser moldeada por el capitalismo trasnacional. Por tanto, estas reformas implicarían desarrollo económico. En palabras de Petras: “el dolor promete prosperidad”.
El manejo con que se exponen las loas al capitalismo es ideológico. El capitalismo necesariamente implica opresión interna y externa. No entender esto es no entender el funcionamiento del mundo actual. Si no se entiende esto se llega a dos creencias como consecuencia del posmodernismo:
- Pensar que el desarrollo del capitalismo lleva a la desaparición de la opresión de unos sobre otros, ya sea una clase sobre otra clase o una nación sobre otra nación.
- Pensar que el capitalismo se puede reformar a través de la expansión de la democracia.
El incremento en la industria y la concentración de la producción en conglomerados es particular del capitalismo. Es la monopolización creciente que no retrocede a la libre competencia a través de la pequeña propiedad. No se puede regresar a etapas anteriores del capitalismo no monopólico. Por lo tanto, la concentración económica es un factor que reside en la esencia del capitalismo. La concentración, en su propio desarrollo, conduce directamente al monopolio: entre una decena de empresas gigantescas es fácil acordar las reglas de intercambio, a lo que al resto se les complica la competencia. Esta es la transformación de la competencia en monopolio: es un fenómeno esencial en el capitalismo moderno.
Con la crisis actual se auguran episodios más catastróficos. Los estados nacionales más poderosos descargan la presión sobre las naciones más débiles, expoliando los recursos humanos, energéticos y naturales con la finalidad de tapar errores insolventables. Como consecuencia: la creciente desocupación, la martilleante miseria, las quiebras bancarias y el derrumbamiento financiero, todos ellos signos del fin de una época. Una investigación de Merrill Lynch (asesora financiera de Wall Street) demostró que en el mundo hay tan sólo 7.1 millones de personas que poseen más de 1 millón de dólares, lo que representa el 0.12% de la población mundial. El patrimonio total de estos millonarios es equivalente al producto bruto anual de EE.UU. (casi un tercio del producto bruto mundial). Sin embargo, dentro de ese 0.12% de millonarios hay una capa aún más exclusiva, que son los casi 300 individuos que poseen cada uno más de 1,000 millones de dólares. Sus rostros son famosos por revistas como la Forbes. Es aquí donde nuestras naciones entran en el juego. América Latina, apéndice económico de EE.UU., ejerce el rol de una moderna colonia financiera, la cual se funcionaliza como la extensión del mercado interno norteamericano.

2. La particularidad de América Latina
En el marco de las celebraciones por los 200 años de los movimientos independistas en Latinoamérica (1810 Argentina, 1810 México, 1810 Bolivia, 1810 Chile) y el centenario de la gesta revolucionaria mexicana, la región se encuentra inmersa en la crisis económica y política más profunda de la que el capitalismo haya recordado. Por lo tanto, es criticable la celebración de los movimientos populares que dieron forma política a América Latina. Sin embargo, la trascendencia de dicha crítica radica en la capacidad para afrontar los problemas que el siglo xxi nos plantea. Es nuestra tarea histórica reflexionar de manera crítica para sentar las bases teóricas que provean de categorías científicas a los movimientos políticos del presente y futuro.
De igual manera, bajo esta coyuntura histórica, los EE.UU. reacomodan estratégicamente sus fuerzas militares para la renovada expoliación de los recursos naturales de la amazonia y la zona andina. Las nuevas bases militares en Colombia amplían la capacidad ejecutoria de alcance continental de la inteligencia y armamentismo norteamericano. Mientras tanto, los débiles gobiernos burgueses de las naciones latinoamericanas no alcanzan a esgrimir una economía que garantice alimentar a su propia población. El 90% del alimento que el pueblo mexicano consume proviene de la nación norteamericana; o el caso de la Argentina, que cuenta con el más grande semillero del mundo, en las pampas centrales, empero, en esa región mueren alrededor de 10,000 niños anualmente por desnutrición o enfermedades curables.
El siglo xxi no ha sido una década sencilla para el imperio yanqui. Las torres gemelas, las guerras en Afganistan, Irak y ahora en Israel e Irán, tareas todas que superaron al mandatario que encontraron en el poder. George W. Bush fue incapaz de llevar adelante una política internacional de acuerdo a las demandas de las naciones involucradas y de los derechos humanos esenciales.
Con los conflictos en la Península arábica y en Asia central, América Latina vio distendidas las cadenas con que el imperio la maniataba en el ámbito político. De esta manera es que gobiernos progresistas como el de los Kirchner en Argentina y el de Lula en Brasil alcanzan el poder con relativa autonomía; o movimientos históricamente de minorías opositoras con tendencias de izquierda, como es el caso de Morales en Bolivia, de Correa en Ecuador o de Chávez en Venezuela, a su tiempo toman la presidencia de sus países. Es decir, el giro a la izquierda que vio América Latina en el inicio del siglo XXI se debe no exclusivamente a factores endógenos de la conciencia de clase, sino a factores internacionales que necesariamente enfatizan el centro del conflicto en otras áreas mundiales (África y Oriente Medio).
En los mismos años, por el contrario, los países con las clases burguesas más reaccionarias en América Latina vieron incrementadas sus relaciones con el capital transnacional y con el gobierno norteamericano debido a la incapacidad de su clase gobernante opositora a proponer, en el sistema partidista burgués, una política viable que disminuyera la polarización económica y social que padecen. Es el caso de México, Colombia, Uruguay y Perú quienes, con gobiernos que aumentan la polarización de la riqueza, ven año tras año aumentar el nivel de pobreza y marginación.
El caso del Caribe y Centroamérica requiere un análisis más detallado. En primer lugar debido a la permanencia de colonias francesas, holandesas, inglesas y norteamericanas en la región: Puerto Rico, Martinica, Guadeloupe, las Guyanas, etc. y a sus procesos de descolonización que comienzan a vislumbrarse. Y en segundo lugar debido a la directa penetración del capital yanqui y la dominación de la zona del Canal de Panamá y su posterior privatización; así como el caso de los movimientos revolucionarios que se vuelven a multiplicar en Nicaragua, El Salvador, Cuba y Haití.
Es así que el imperio norteamericano vio cómo el mapa geopolítico latinoamericano se modificaba en la última década; movimientos, algunos de ellos, alentadores para la emancipación del ser humano y de la revolución cultural en nuestros países.
En el sur de América Latina la reactivación de la IV Flota en julio de 2008, luego de que ésta diera su última batalla en 1950, regresa a surcar el Atlántico ya no en la búsqueda de submarinos nazis sino de organizaciones sociales, indígenas y culturales que han sido elegidas democráticamente en sus países; denominados ya no como la 'amenaza comunista' sino que ahora son 'probables terroristas'. No olvidar que la localización física de la flota es absolutamente confidencial, así como puede navegar a unas cuantas millas de las Malvinas, se encuentra semanas después dispuesta a re-invadir Haití o Panamá, al tiempo que sus naves tienen la tecnología para no ser detectadas por los radares.
En tres naciones latinoamericanas en particular, Uruguay, Colombia y Perú, el accionar norteamericano militar ha tenido un peso esencial durante el 2008 y 2009. Es Uruguay el país que se propone como centro de operaciones para la IV Flota. A pesar de tanta tecnología, las naves deben reabastecerse, y al parecer serán las costas de la Banda Oriental lugar adecuado para ello. Mientras tanto, el sistema político peruano aprobó a principios de 2008 una ley donde sus puertos se convierten en zona segura para la IV Flota; esto como condición impuesta por el gobierno de EU para dar apertura al TLC con aquél país. La relación de Perú con la estructura bélica norteamericana se dio a partir de la expulsión que Evo Morales dispuso de las bases militares en territorio boliviano, así como en Ecuador, Correa negó permiso a las fuerzas navales norteamericanas tomar puertos o proveerse de recursos en ellos.
Por último, queda el caso de Colombia. El país cafetalero es gobernado por un miembro de la burguesía local, esmeradamente formado en la ideología capitalista y condecorado por George W. Bush días antes de dejar su posición. Con un gobierno que ejerce la cohersión como herramienta cotidiana, con una mafia del narcotráfico que lucha por su dominación político-económica en el mercado mundial y con un alto grado de analfabetismo ocasionado directamente por las políticas neoliberales, la sociedad colombiana se debate entre los movimientos guerrilleros, la cultura del consumo y el armamentismo civil. Los intereses económicos internacionales sobre el mercado de los narcóticos ha hecho de Colombia un país con un alto grado de mortandad infantil y juvenil; el mercado negro de armas, droga y artículos manufacturados de lujo es luchado a muerte por su población que, dejada a la deriva por la oligarquía política gobernante, observa la precarización del mercado agrícola y sus recursos naturales, los cuales tienen como destino las naciones industrializadas.
Por lo tanto, es concluyente que las acciones del gobierno yanqui y el actuar de sus gobiernos peleles latinoamericanos se da bajo un doble discurso: la supuesta defensa de la libertad de mercado, por un lado, mientras, por el otro, se sesgan procesos libertarios con el objetivo de renovar el control económico y político sobre la región.


3. El pueblo mexicano y su tarea histórica por cumplir
200 años del inicio del movimiento independentista que diera origen a la nación que vio nacer la Revolución mexicana: 1810, gesta que inició cumplido el primer centenario mexicano, exactamente 100 años después: 1910.
Esta matemática de apariencia simétrica no corresponde a disposiciones caprichosas de la naturaleza de la historia sino a la superación dialéctica de la sociedad mexicana y mundial. Son leyes de movimiento del sistema económico en su conjunto que ven materializadas sus condiciones objetivas en la lucha subjetiva por el poder y la emancipación social. Son ciclos determinados por el metabolismo social que resulta de la determinación de la capacidad productiva de cierta sociedad y por la fluctuación de la acumulación de la riqueza.
En 1982 México entró en un periodo de reestructuración del Estado a través de la apertura del mercado nacional con la eliminación de las barreras comerciales, sin control de precios y subsidios, así como la privatización de empresas públicas y el libre cambio de moneda. En 1986, al ingresar al GATT, México se convirtió en exportador de manufacturas a través de empresas privadas y una economía desregularizada. En 1987 la inflación alcanzó el 159%. En 1988 se reforma el Artículo 27 de la Constitución, lo que permitió la inversión privada y extranjera en el campo mexicano. Así, se realizó la transferencia de las empresas públicas a los grupos financieros con quienes el gobierno tenía complicidad política. Entre 1982 y el 2000, la deuda externa se triplicó: de 57 mil millones de dólares a 157 mil millones. En la década de 1990, las privatizaciones en México representaron el 20.4% de la totalidad de empresas privatizadas en América Latina. Ya para 1992 se habían privatizado 361 empresas públicas de alrededor de 1200. Entre 1990 y 1998, el monto de las privatizaciones alcanzó los 154,225 millones de dólares (cifra un tanto inferior a la deuda externa a ese año, de 159,959 millones de dólares). Aunado a esto, se privatizaron los aeropuertos, ferrocarriles y fracciones del sector energético: la industria petrolera y eléctrica. Como consecuencia, el empleo se redujo a la mitad, la pobreza aumentó del 36% al 47% para 1998. Y el salario real se deterioró en un 72%.
Cada una de estas experiencias revelan las causas y consecuencias de las incesantes crisis en México, las cuales fueron íntegramente efectuadas a partir de la agenda neoliberal como estrategia económica internacional impuesta a través de programas de “ajuste estructural y estabilidad” impulsados por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. Ante ellas, la globalización fue vista como la salida efectiva. Entre 1980 y 1998, debido a los tratados de libre comercio, México pasó de exportar 18 mil millones de dólares a exportar 117.5 mil millones de dólares (sextuplicó su exportación). Sin embargo, esto no disminuyó la creciente desigualdad social. Hoy, 75% de la población mexicana vive en la extrema pobreza; 25 millones de mexicanos han emigrado al país del norte como braseros y mano de obra barata; y la monopolización del campo mexicano ha provocado la concentración agraria.
¿A dónde se han ido los millones de dólares que han entrado al país a través de la apertura de mercados? A los oligopolios privados. Empero, las constantes crisis mexicanas de 1976, 1982, 1987, 1994, 2000 y 2009 han formulado una deuda externa considerable. Entre 1986 y el 2000, México recibió 140 mil millones de dólares en préstamos y reembolsó 210 mil millones como pago a dicha deuda. El pago de la deuda externa significa la transferencia de los ingresos de los trabajadores y de los pequeños y medianos productores hacia los capitalistas poseedores de títulos de la deuda. En gran número, esos acreedores son empresarios mexicanos que se han posicionado como tales gracias a que colocaron las ganancias, de la exportación de los recursos mexicanos privatizados, en los mercados financieros extranjeros. En sí, la deuda externa se convierte en una renta de tipo feudal y por lo tanto colonial que un organismo internacional o capital extranjero o nacional demanda de una nación débil. El caso más llamativo es el episodio que protagonizó Citibank en 1994, quien se negó a recibir del gobierno mexicano la cancelación adelantada de la deuda de 2,500 millones de dólares ya que le era más conveniente recibir su pago en cuotas con intereses.
A partir del año 2000, el programa de Vicente Fox fue establecer un acuerdo monetario con los Estados Unidos y privatizar el petróleo. No parecía sencillo en un país donde la desigualdad salarial y regional se había incrementado como en ningún otro país de América Latina: los salarios reales cayeron 19% de 1995 al 2000, y el 43% de los mexicanos viven con menos de dos dólares por día. El gobierno de Fox vino a completar las reformas realizadas en el de Salinas, una especie de segunda generación de reformas: privatizar la educación, desmantelar la seguridad social, flexibilización laboral, eliminar contratos colectivos, reformar el Artículo 3° para introducir la educación religiosa a través de una supuesta “libertad de enseñanza” y profundizar el mercado liberal.
El origen empresario del primer presidente del PAN radica en el norte mexicano, región que es pro-norteamericana y petrolera, es la guarida tradicional de una derecha de tipo tejano: el grupo Monterrey. Grupo que logró catapultar a Fox a la presidencia. El PAN sería factor decisivo en el blanqueo de la corrupción priísta, sobretodo del fraude Fobaproa en 1991 con la privatización de 18 bancos valuados en 100 millones de dólares. De esta manera, los propietarios empresariales ahora ejercen el control político (por medio del Estado) y fracturan la burocracia priísta. Este nuevo “Estado de empresarios” administra el capital nacional para garantizarle al capital transnacional condiciones de explotación e inversión ideales. Como dice Osvaldo Coggiola, a partir del gobierno de Fox se intercambia la palabra ciudadano por la de cliente. De ahí la imperiosa necesidad del gobierno de Calderón por privatizar el sector energético: para pagar la deuda externa a los acreedores cómplices nacionales y extranjeros. Esta alianza entre las burguesías norteamericana y mexicana llevará a la asociación económica, lo que significa que la política monetaria mexicana sea decidida desde la banca central norteamericana. En síntesis, la venta de empresas públicas mexicanas y el pago de la deuda externa (reformas neoliberales) es un daño a la soberanía nacional y un obstáculo en la superación de la miseria rampante en que la población mexicana se encuentra sumergida.
Es en este sentido que la discusión acerca de la seguridad mexicana debe abrirse a cuestionamientos que aún no han sido abordados: ¿seguridad para quién? ¿seguridad de quién? ¿es la inseguridad el mayor problema en México, el que inminentemente necesita solución? ¿de qué tipo de seguridad se habla?
Es la lucha contra el narcotráfico la principal preocupación de la clase gobernante en México. Con esa premisa intenta restructurar la policía federal, la PGR y la policía fronteriza; asimismo, crea cuerpos militares de elite entrenados para actuar en zonas urbanas, civiles, con libertad de represión y encarcelamiento.
No se habla de la creación de trabajos en las zonas de mayor marginación, ni de desarrollo agrícola o libertad de gobierno para las comunidades campesinas e indígenas. El gobierno calderonista no está preocupado por la seguridad de los pueblos del sur que son masacrados por el ejército, ni por las mujeres y niños que día a día pasan a formar parte de las redes de prostitución agenciadas por los gobernadores del país (como Marín en Puebla o Ruiz en Oaxaca, y los innumerables en Ciudad Juárez).
La seguridad, ciertamente, no está planeada para los mexicanos que migran a EE.UU. y que mueren en los desiertos del norte, en la frontera con aquél país o bajo las balas de los guardias fronterizos. Indudablemente, Calderón no piensa aumentar la seguridad para los vendedores ambulantes que sufren las presiones y mafias de la PGR y la policía judicial; o para las agrupaciones estudiantiles que demandan educación pública gratuita, que son intimidadas y golpeadas por los porros y la policía federal, o para el gremio de médicos y enfermeras que cada vez ven más precarizada la situación de la salud en México, etc.
La lucha contra el narcotráfico se plantea como una necesidad primaria, la cual tiene tres dimensiones: la ideológica, la político-económica y la social. La lucha contra el narcotráfico es la manera con que EE.UU. fortalece los vínculos desgastados con las clases burguesas latinoamericanas, al restaurarles dos factores claves en el dominio capitalista: 1) el monopolio de la violencia a través de la militarización de la sociedad, es decir, el control político sobre los pueblos latinoamericanos, y 2) el monopolio sobre la producción de los narcóticos, es decir, la dominación económica de un mercado de ganancias multimillonarias, que adquiere un peso preponderante ante la crisis financiera actual.
La cualidad del capitalismo moderno es esconder la tendencia dictatorial a través de las 'instituciones democráticas' y la 'libertad de prensa' (las cuales se traducen en democracia burguesa y prensa monopólica). Bajo estas dos premisas justifica que la oligarquía en el poder promueva reformas que van en detrimento de los derechos humanos más básicos; y es la inseguridad el paliativo con el cual se inocula a la clase trabajadora. Es la etapa del miedo, por ende, previa a los sistemas políticos de corte fascista.
La militarización de la sociedad es una etapa intermedia: es anterior al sistema político totalitario-dictatorial y posterior a la pauperización de la clase pequeño-burguesa y a la opresión sistemática con trabajo esclavo en la clase obrera y campesina. Es decir, es la etapa que supera a la etapa en que se mató de hambre a la sociedad para, con promesas de progreso y desarrollo, engancharla con las reformas de seguridad y disciplinamiento, pero, al mismo tiempo, es la etapa que antecede el total control del capital y del trabajo, bajo un sistema político democrático-burgués.
Por lo tanto, la clase gobernante mexicana, con Calderón a la cabeza, ejerce sus tareas de manera espléndida para el capital transnacional y el imperialismo yanqui, al trastocar los principios de soberanía nacional y de libertad de organización a través de la penetración de agentes de seguridad de la CIA y agentes de la diplomacia en las embajadas y medios de comunicación.
Para comprender la gravedad con que el gobierno mexicano actúa ante la coyuntura de la vuelta de la invasión yanqui a América Latina, debemos tomar en cuenta los siguientes elementos: 1) el Itsmo de Tehuantepec; 2) el subsuelo del golfo de México; 3) la frontera del Río Bravo; 4) las comunidades indígenas en el sur; y 5) el distanciamiento con respecto a América Latina.
La militarización de la frontera norte mexicana es una realidad. Las cientos de miles de muertes que en ella se dan (miles de mujeres en Ciudad Juárez y sus alrededores junto con otros tantos en los desiertos del noroeste) también. El polo reaccionario en el norte de México se contrapone con el polo indígena que reivindica el autogobierno y la libertad de convivencia. Mientras tanto, en la Capital los tres partidos burgueses debaten qué hacer con los recursos nacionales y los derechos de explotación sobre ellos. En las miras de este conflicto se encuentran tanto las reservas petroleras en el golfo de México y la industria norteña como el Plan Puebla-Panamá, el corredor eólico en el Itsmo y la explotación forestal de Chiapas. Cada una de ellas se convierte en un mercado de gran opulencia para quien los detente.
La influencia indudable del narcotráfico sobre el mercado fronterizo, la industria norteña y los territorios del sur se convierten en un obstáculo para la oligarquía local y los intereses transnacionales. La batalla entre los cárteles es dividida por los intereses al interior de las fracciones de estos dos polos de poder: el local y el transnacional; el primero se encuentra aliado a una pequeña clase burguesa estrictamente nacionalista, mientras el segundo abarca a los grandes capitalistas del exterior. La batalla entre los cárteles será dirimida por quien logre la mayor legitimidad ante la opinión pública.
En el primero de los casos, los intereses del gobierno norteamericano apelan a que el gobierno mexicano resuelva la cuestión del narcotráfico nacionalista, eliminándolo para imponer el monopolio del narcótico él mismo; para ello, necesita que los cárteles nacionalistas sean puestos fuera de combate y así apropiarse del Itsmo de Tehuantepec y la frontera norte. Al mismo tiempo, permitirá que PEMEX permanezca siendo mexicano y mantenga el control de los recursos en el golfo de México, pero se apropiará de la extracción de los mismos y su industrialización. De darse así las cosas, los movimientos sociales en Chiapas, Oaxaca y el resto del país serán gravemente reprimidos bajo la justificación de que aportaban al narco. Por ello, se estructurará en México un férreo control del mercado y la inteligencia, el estado del terror será promovido por los medios masivos de comunicación, mientras la pequeña burguesía y la clase obrera y campesina verán aumentada su pauperización. Para evitar levantamientos sociales, el capital transnacional permitirá ayudas del FMI al país, invirtiendo en el consumo medio para mantener los créditos bancarios; sin embargo, la capacidad de consumo se verá grandemente disminuida, por no decir la calidad educativa y de salud.
En el segundo de los casos, si el gobierno calderonista no es eficaz en la lucha contra el narcotráfico nacionalista y en favor del narcotráfico transnacional, la militarización será cada vez mayor; de la frontera norte se expandirá a las costas de Veracruz y el centro del país. Las ayudas económicas del FMI serán negadas. Con esto se logrará presionar a los oligopolios nacionalistas, enemistándolos con sus similares en otras naciones latinoamericanas. Se cortará el suministro económico del imperio y no se darán prebendas para el consumo de la pequeña burguesía y la clase obrera. Con ello, las zonas urbanas cada vez más demandarán a su gobierno una solución, mientras que éste tendrá que aumentar el proceso represivo. La imposibilidad de acción del gobierno en turno ocasionará que en el sur del país se vinculen estrechamente los movimientos sociales y que busquen a sus pares en las zonas urbanas, la capacidad de acción de estas organizaciones serán determinantes para el futuro de México. Por otra parte, la oposición progresista en la ciudad de México tendrá que alinearse con estos movimientos si no busca perder sus bases, las cuales se encuentran ya muy distanciadas. Será muy complicado que EE.UU. actúe militarmente en México dada la estructura de agentes civiles con la que cuenta en la actualidad en su interior y el gran número de cipayos mexicanos que los obedecen. De cualquier forma, la profesionalización del ejército en acciones represivas y antiterroristas será suficiente para ocasionar una masacre.
Como se puede observar, en cualquier de los dos casos planteados no existe una solución al conflicto. En ambos el distanciamiento con los movimientos sociales en América Latina se incrementará gracias a las políticas filonazis que actualmente se promueven, como la obligatoriedad de que cualquier avión que provenga de Latinoamérica y se dirija a EE.UU. o Canadá debe detenerse en México para realizar un chequeo antinarco-terrorista. En ambas las elites políticas actuarán hacia alguno de los dos polos de poder: el oligopolio nacional o el capital transnacional. Por lo tanto, la respuesta no se encuentra en el sistema partidista ni en la clase política reformista al radicar el conflicto no en una simple reforma al estatuto democrático-burgués sino en el seno mismo del sistema de producción capitalista. En ambas, el resultado se dirimirá por la capacidad de unión de los movimientos sociales de izquierda en América Latina: de ser débil, cualquier resultado será en perjuicio de la clase trabajadora mexicana y de la gran mayoría de la población; por el contrario, si se levanta con fortaleza y cohesión, probablemente logre un cambio en el sistema de producción a mediano plazo.
¿Qué representa este nuevo empuje del pensamiento burgués hacia América Latina? Es la política del terror empaquetada. En EE.UU. y el mundo es antiterrorismo, en México es antinarcotráfico, en Argentina es antidelincuencia racista y en Bolivia es antiindigenismo. Este empuje representa la derrota del socialismo en el siglo xx y el triunfo del capitalismo, mismo que de nuevo demuestra que sus métodos van en detrimento de la humanidad, del vínculo social y de la vida. Sin embargo, como Marx dijo: la burguesía produce sus propios sepultureros; por tanto, es nuestra tarea histórica unirnos para combatirlo.

Parte II
Claves programáticas: Poder popular, Trabajo digno y autónomo, Organización conciente
El objetivo de esta sección radica en posicionar las claves teóricas y prácticas (es decir, de la praxis) que consideramos esenciales para modificar la realidad. Son las tres claves a través de las cuales el manifiesto establece que el apartado anterior puede ser modificado. Es decir, es el aporte programático para la acción de nuestra organización. En pocas palabras, significa el qué es lo que proponemos para actuar; nuestras propuestas e ideas críticas.
Partimos de tres claves fundamentales: Poder popular, Trabajo digno y autónomo, Organización conciente. Debatir cada una de ellas nos dará como resultado los condicionamientos reales bajo los cuales la sociedad mexicana está inserta o determinada. Es decir, qué tan lejos o tan cerca estamos como sociedad para alcanzar lo que proponemos. El resultado del debate se verá reflejado en este apartado.
Para ello, será de gran utilidad la visión que cada uno aportemos al debate. Se incluye la riqueza de las distintas experiencias en el mismo contexto mexicano. En debates como el presente cada uno estaremos formando al otro ya que las decisiones se tomarán por votación universal y no habrá imposiciones. El debate crítico nos hará libres.

1. El Poder popular como alternativa social, política y económica
La búsqueda se basa en la construcción de Poder popular como alternativa política que alimente la realidad distinta al capitalismo a través de la potencia de la comunidad o barrio en unión. Concebir al Poder popular radica en pensarlo ajeno al poder estatal, es otro lugar donde encontramos la potencialidad de la población. El Poder popular lo definimos como la creación de poder radicado en las relaciones sociales. Las relaciones sociales son lo que nos enlaza con el resto de la población. La forma en que se manifiestan es la crítica esencial.
El poder lo construimos todos los días a través de las actividades que realizamos y cómo nos relacionamos con el mundo. Este nuevo tipo de relación reside en la fraternidad que anticipa la sociedad que planeamos, que queremos, distinta a la presente. Por lo tanto, el Poder popular no espera a tomar el poder estatal para explotar las potencialidades de la comunidad o barrio, sino que lo propulsa con la vinculación de las condiciones cotidianas de vida.
Es la actividad de mayor importancia para los sujetos individuales ya que permite convertirlos en un sujeto social por el cambio. El cambio social se construye conforme interactuamos como conjunto, interpelado con los sueños y deseos de revolucionar culturalmente la realidad. Como Poder popular, se construye a través de la coordinación con otros movimientos y con la articulación de métodos de lucha (solidaridad).
La fortaleza del Poder popular radica en el reconocimiento como iguales de los sujetos de cambio. Su forma: la asamblea. La democracia de base se manifiesta como la significación para que la multiplicidad de experiencias vertidas al interior de la comunidad o barrio tengan la posibilidad de ser escuchadas, colectivizándolas para generar símbolos propios del sujeto colectivo que actúa. Dicha igualdad focaliza los trabajos divergentes para transformarlos en Trabajo de base. Los lugares de vida se transforman en células de poder alternativo que permite modificar las fuerzas del poder formal.
El Trabajo de base significa evitar el aislamiento para construir acciones conjuntas, objetivos comunes que reflejen la multiplicidad de experiencias de los miembros de la comunidad o barrio en unión. Evita reproducir las relaciones de dominación al rotar las tareas de los miembros, es decir, la organización se crea con la lucha al prohibir el manejo exclusivo de las tareas de dirección o representación. El trabajo manual e intelectual se entrelazan en actividades concientes que expulsan el autoritarismo de la educación patriarcal. El trabajador (asalariado o desocupado) no es una víctima que debe pedir al gobierno o empresarios, solamente su organización lo reivindica, debe construir su realidad.
Las acciones participativas son el centro neurálgico del Trabajo de base, plataforma del Poder popular. Significa reconocer a la población latente con autonomía epistémica; la agrupación no es el centro de las acciones, la población lo es. Fomentar la creación de lazos sociales que habían sido destruidos por el neoliberalismo, lográndolo con el trabajo día a día. Por ello, se torna imprescindible conocer la comunidad desde donde se construye al mismo tiempo que se conoce la comunidad a la que se construirá.

2. La cultura del Trabajo digno y autónomo
Las condiciones de flexibilización que el trabajo privado impone sobre la población trabajadora mundial ocasiona que se genere una población sobrante sin trabajo. Los desocupados pueblan las metrópolis urbanas en la búsqueda de trabajo en condiciones de esclavitud en el contexto bajo el cual las condiciones de producción tienen la capacidad de alimentar a la población mundial. Esta contradicción sistémica es combatida por las experiencias que el Poder popular potencia en la formulación de Trabajo digno y autónomo.
El Trabajo de base se torna en un elemento indispensable para generar condiciones de liberación de explotación al que el capital reduce al trabajo. La contención que el Trabajo de base propone en las comunidades o barrios en unión permite combatir la intensidad de estas consecuencias, además de brindar herramientas concretas de producción colectiva.
Experiencias similares en Bolivia, Grecia, Francia y en el sur de los Estados Unidos permiten celebrar la organización popular que se torna en bandera de la población sobrante para la movilización. Educación contra la marginación resignifica la concepción con que los desocupados abstraen su realidad en la creación de nuevos valores pedagógicos y cognoscitivos.
La autonomía hace sangrar la fractura del sistema al reducir la dependencia personalista de los jefes, independizándose del colonialismo económico o político de las instituciones burocratizadas. Permite a la población reconocerse como sujeto transformador al recuperar el coraje por caminar solo, sendero en el cual se incluyen a todos en los procesos de planeación y acción.
La multiplicación de talleres de oficios, comercios autosustentables, centros comunitarios educativos y de artes, fábricas en donde las ganancias no se concentren en el jefe, son métodos probados en el marco internacional. Al tiempo que se demanda la actuación estatal para cumplir su rol en la obtención de educación, salud y trabajo para todos. La conciencia social implica responsabilidad en los actos y procesos de aprendizaje hacia la Organización conciente de la comunidad o barrio en unión.

3. La Organización conciente
La capacidad del Trabajo de base en la multiplicación de Trabajo digno y autónomo constituye el elemento concreto a través del cual se alcanza la Organización conciente. Se desarrolla el proceso colectivo de aprendizaje al contrastar el conocimiento individual con el grado superador de los objetivos comunes.
Una sociedad libre es la sociedad en la cual los individuos se asocian de manera conciente. Tienen la capacidad por diferenciar la vida (o teoría o prejuicio) de la realidad (o materia o naturaleza) en el proceso dialéctico que caracteriza la historia de la humanidad. Esta sociedad libre parte del análisis crítico de la sociedad para conformar una concepción de la realidad, que abre las mentes para definir el mundo y crear teoría para modificarlo. Se potencia la diferenciación entre el cómo conocemos la realidad y el cómo la realidad determina nuestro conocimiento.
La Organización conciente es la profundización del conocimiento de nuestra realidad inmediata hacia el conocimiento de las leyes que ponen en movimiento a la sociedad. Así, la identidad individual es superada hacia una identidad comunitaria como sujeto colectivo. La contradicción entre individuo y sociedad se critica a través de las acciones. Partimos del arte como expresión creativa de los trabajadores en pos de la movilización conciente. Esta contradicción tiene su raíz en la comprensión del mundo como oposición entre naturaleza y trabajo. Sin embargo, el ser humano como especie ha desarrollado la capacidad para producir no sólo los medios con los cuales reproducir su vida sino que es capaz, como sociedad, para producir los propios medios de vida humana y es capaz de producir los medios de producir los medios de vida. Sólo a través de la organización social se alcanza dicho grado de desarrollo.
La crítica fundamental como sujeto social radicará en diferenciar entre ambos momentos históricos ya que como individuos sabemos en qué punto de desarrollo nos encontramos con respecto al resto de individuos, lo cual nos lleva a conocer cómo desenvolvernos en la sociedad. Esta percepción unitaria es opuesta a la Organización conciente ya que evita que se genere conocimiento hacia la reproducción general de este proceso humano, el cual es velado a la conciencia individual. Solamente la conciencia social tiene la capacidad para abstraer dichas leyes con el objetivo de criticarlas.
Así, esta percepción unitaria de la realidad es independiente respecto del proceso de conocimiento de las necesidades sociales. Por ello, sin la Organización conciente, la capacidad total de trabajo social termina por ser asignado a los trabajos individuales y privados, independientes unos de otros. Las necesidades sociales terminan por ser objetivos secundarios en el proceso de metabolismo social.
Tenemos como clave programática alcanzar el grado de Organización conciente para evitar que la sociedad continúe reproduciendo el metabolismo social privatizado. Conocemos que se alcanzará solamente al hacer del pueblo artista y no viceversa.

Parte III
Nuevos lazos sociales y construcción de realidad
La última sección es la de mayor trascendencia, ya que aporta las ideas acerca de cómo y con quién se realizaran las actividades y medidas de lucha. Aquí se pone a prueba la capacidad de posicionarnos a la vanguardia de la sociedad con el objetivo de aportar salidas concretas a los problemas más inmediatos del pueblo mexicano.
Los nuevos lazos sociales son las manifestaciones concretas que surgen a partir del Poder popular y que son contradictorias con las relaciones sociales previas de dominación, por lo tanto, son un método a estudiar y evaluar. De igual importancia es la construcción de realidad ya que a partir de nuestra experiencia conjunta a la de otras regiones del mundo, es tarea construir la realidad social a través de novedosos lazos sociales que renueven las condiciones humanas más básicas: el trabajo, la vida y la educación. Esta realidad construida es tan distante de la que actualmente vivimos que termina por fracturarla y desflorar sus contradicciones internas. A través de la organización popular es donde dichas fracturas emergen. Por ello, pensar en cómo nos acercaremos es un paso fundamental para continuar el camino hacia la conciencia libre del ser humano.

2. La recomposición de la organización y dirección popular
Se propone diseñar, ejecutar y evaluar las actividades y luchas a desarrollar a través de la discusión en asamblea. Así, se vincula la democracia directa emanada de la decisión conjunta con los métodos concretos que el conocimiento de la realidad define. Nos alejamos del asistencialismo clásico de las estructuras de dominación al negar las subvenciones empresariales o gubernamentales. La realidad social se transforma con el Trabajo digno y autónomo que propulse el Poder popular.
Partimos de dos ramas para la recomposición de la organización. En primer lugar se propone producir conocimiento, lo que significa entablar relaciones al interior de la comunidad o barrio en unión que permitan desarrollar las herramientas pedagógicas de las actividades comunitarias. Se fomenta el pensamiento crítico de la liberación. Se plantea desarrollar cursos y talleres, establecer una biblioteca popular, un periódico barrial, un sello editorial, hacer ferias de artesanos, asambleas barriales, fomentar el arte y artistas locales, tener una radio abierta, un sitioweb, producir investigación social y teoría crítica. En segundo lugar, se propone la producción de trabajo, lo que conlleva el fomento al trabajo comunitario a través de actividades productivas. Tener profesores y estudiantes, realizar eventos, venta de ropa usada y materiales, hacer ollas populares, generar una escuela y talleres de oficios de panadería, herrería, carpintería y huerta.
La metodología a utilizar se basa en la diferenciación entre coordinación interna y externa. La coordinación interna ha sido dividida en cinco grupos de trabajo: de diagnóstico, de vinculación, de espacio de trabajo, de difusión y de debate interno; cada uno con actividades particulares, las cuales serán realizadas de manera semanal, así como volcadas y debatidas en las asambleas. Mientras tanto, la coordinación externa se dividió en dos grupos: de acción directa y de formación integral.
Este método será trabajado con las herramientas de la acción participativa, así como de un proceso epistémico de práctica-teoría-práctica, a través del cual iniciamos con un diagnóstico de la realidad inmediata, comienzo en la práctica, que es debatida con la teoría pertinente para después volcarla en la transformación de dicha realidad, es decir, la vuelta a la práctica. Este método fomenta lo que hemos denominado la Formación de formadores. Significa que la organización brindará las herramientas para que entre todos nos formemos al colectivizar nuestros conocimientos particulares. Es un proceso de largo alcance, el cual define las herramientas de lucha a través de la experiencia que la organización otorgue.
Se plantean acciones participativas particulares en el acercamiento a la realidad a partir de las condiciones concretas de la fragmentación social. Cada acción será enfocada a intereses y condiciones que presenta cada fracción de la clase trabajadora mexicana, divididos de la siguiente manera: 1) la clase trabajadora: trabajadores asalariados, estudiantes, colectivos autónomos, movimientos barriales, organizaciones ecologistas, de derechos humanos y centros culturales; 2) la población sobrante en la clase trabajadora: trabajadores desocupados e informales, mujeres explotadas, niños obligados a trabajar y sin escuela.
La separación analítica de la clase trabajadora permite diagnosticar las capacidades y posibilidades de organización de cada fracción. La población trabajadora se moviliza pero no se organiza sola. Así, las acciones participativas se enfocarán a partir de dicho diagnóstico con el objetivo de formular una dirección popular autónoma que genere poder real no partidista divergente a las instituciones del poder formal. Dicha dirección se establece bajo la premisa de la Formación de formadores.

3. La nueva realidad
La historia reciente mexicana obliga a contrarrestar las derrotas que como clase trabajadora hemos sufrido. La necesidad de Organización conciente formula un proyecto alternativo de sociedad en el cual se vislumbren las victorias del sujeto social como aquellas que representen con el Trabajo de base las potencialidades del Poder popular. Solamente a través del Poder popular la energía latente de la población sobrante trabajadora alcanzará el grado de Organización conciente, lo que representa una serie de victorias en la generación de trabajo y de conocimiento por el cambio social. Construimos realidad opuesta a la dominación.
Luchamos por esa alternativa en la cual la estrategia de resistencia se convierta en estrategia de Poder popular, en la cual se tenga indignación ante cualquier injusticia, misma que se multiplica a través de la red de la Formación de formadores.

¡Nos formamos en el Trabajo digno y autónomo, educación participativa!
¡Nuevos lazos sociales, Organización conciente!
¡Acciones concretas, Poder popular!